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Primeras escuelas de enfermería

La Escuela de Enfermeras, primer establecimiento dedicado a esta misión en el país, se fundó en Santiago el año 1902 y se instaló en las dependencias del Hospital San Borja. Su promotor fue Eduardo Moore, quien admiraba la alta calidad de la enfermería inglesa, basada en una instrucción médica rigurosa. Moore defendió este proyecto ante sectores eclesiásticos que temían que las religiosas fueran desplazadas de los hospitales por un cuerpo de enfermería moderna que se definía laico, femenino y científico.

Ante la insoslayable necesidad de enfermeras calificadas, en 1906 el gobierno chileno creó la Escuela de Enfermería del Estado, también en la ciudad de Santiago. La escuela quedó bajo la tutela de la Escuela de Medicina y Farmacia de la Universidad de Chile y sus clases se impartieron en el Hospital de San Vicente de Paul. En la década del veinte eran tres las escuelas de enfermeras que dependían de la Junta Central de Beneficencia, organismo que aglutinaba bajo su directriz los centros hospitalarios del país. Una de ellas se ubicaba en Valparaíso, anexa al Hospital San Agustín, y las otras dos en Santiago, junto a los hospitales Roberto del Río y Manuel Arriarán. Además, en Valparaíso se encontraba otra escuela instaurada por la iniciativa particular del médico Jean Thierry, la cual se anexaba al Hospital de Niños.

En todos los establecimientos la carrera se cursaba en tres años y las alumnas debían internarse en las escuelas. Con todo, Alejandro del Río, gran defensor de la profesionalización de las enfermeras, en 1925 reclamó que el número de escuelas era insuficiente y que la docencia era improvisada. En 1932, a su juicio, la enseñanza de la enfermería en Chile aún se hallaba en estado primitivo.