En atención a los afanes modernizadores que movieron a personas e instituciones encargadas de fomentar la manufactura nacional y los registros de propiedad industrial, se patentaron hornos para fundición, maquinaria de vapor para cargar y descargar buques, aparatos destinados a la calcinación de metales, dispositivos para el mejor procesamiento del salitre, maquinaria agrícola, utensilios para el arado, herramientas para la horticultura y en general, mecanismos para la transformación de materias primas de origen agrícola y forestal en bienes manufacturados o semimanufacturados.

De interés también resultan algunos aportes particulares, entre ellos:

Daniel Barros Grez, ingeniero y escritor de fábulas y obras de teatro, desarrolló un dispositivo mecánico para distribuir aguas de sembradío, siendo premiado en la Exposición Internacional de Santiago, organizada por Benjamín Vicuña Mackena en 1875.

Por su parte, el ingeniero y escritor Liborio Brieba, patentó en 1882 un sistema de "ascensores mecánicos", al año siguiente diseñó el ascensor Concepción, el primero de Valparaíso, y por último, un "chaleco antibalas" que fue descrito por su propio inventor como "una coraza mecánica para hacer invulnerable al soldado contra toda clase de armas".

El arquitecto Fermín Vivaceta, luego de diseñar el campanario de la iglesia de San Francisco, ideó una combinación de aglomerantes y aglomerados para construir los primeros bancos para sentarse en la Alameda. En tanto que, el escultor Ambrosio Santelices construyó dos prototipos de una máquina para despipar algodón.

No obstante la creatividad de los inventos mencionados, no cabe duda que el más curioso del período fue el del ingeniero alemán Karl Flach, autor de un submarino de fierro construido en Limache y que el 3 de mayo de 1866 se hundió en la bahía de Valparaíso con una tripulación de 11 personas, entre ellas el mismo Flach.