Dado el dinamismo y capacidad de adaptación que caracterizaba a esta forma de sociabilidad, muchos eventos eran celebrados mediante la construcción de ramadas. Festejos de carácter familiar tales como nacimientos, bautizos, velorios y matrimonios demuestran que esta forma de sociabilidad no necesariamente estaba asociada a fines comerciales, sino que también podía darse la apropiación de su estructura en ámbitos particulares. También se utilizaban en acontecimientos multitudinarios, entre los que destacaban carreras de caballos, peleas de gallos o juegos de bolos, los que incitaban la instalación de ramadas y cocinerías en los alrededores, que podían extenderse por varios días seguidos.

Algo similar ocurría en las fiestas religiosas, en donde era infaltable la participación masiva del mundo popular. Aunque la asociación entre ramada y festividad piadosa siempre fue un motivo de preocupación para las autoridades de la época, era muy recurrente que se multiplicasen durante los días dedicados a conmemorar Navidad, Corpus Christi y las fiestas de los santos patronos de los pueblos.

Los trabajos, especialmente agrícolas y ganaderos, también eran festejados con estas reuniones. La finalización de trillas, rodeos, matanzas y vendimias eran razones suficientes para dar 'rienda suelta' a los elementos de sociabilidad acostumbrados. Era común que para la realización de estas labores, el pago por los servicios prestados no fuese un salario, sino que más bien se utilizaba el sistema de "mingacos", en donde se retribuían las tareas realizadas mediante la celebración de una fiesta al final de la jornada, en donde abundaba el alcohol, la comida y el baile.