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Restablecida en 1609

El establecimiento definitivo de la Real Audiencia en 1609, con sede en la ciudad de Santiago, produjo una completa reestructuración de los lazos entre la élite de encomenderos y militares y la monarquía española. Aunque intentó implantar un control más estricto de la metrópolis sobre el país, estableciendo contrapesos al poder de los gobernadores, relegando a los cabildos a un puesto secundario y limitando la jurisdicción de éstos, el real tribunal no tardó en ser cooptado por la élite dirigente criolla a través de alianzas matrimoniales y compromisos políticos.