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Reforma del clero regular

Una de las personalidades más influyentes en la Iglesia chilena del siglo XVIII, fue el obispo Manuel Alday y Aspée. Esta autoridad eclesiástica llevó a cabo un completo reordenamiento de la vida religiosa tras las innumerables irregularidades que habían salido a luz en el Sínodo Diocesano de 1763. Fundamentalmente, las reformas decían relación con una regulación más estricta de la disciplina monástica y con el fomento de la educación de los clérigos para evitar que éstos incurrieran en actos o doctrinas contrarias a los principios de la Iglesia.

Los intentos reformistas del obispo Manuel de Alday deben enmarcarse en un movimiento general de la iglesia católica, destinado a aminorar los abusos y desviaciones eclesiásticas y a reformar la vida conventual, cuyas prácticas eran en muchas ocasiones incompatibles con las exigencias del claustro.