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Santos Tornero tomó las riendas

La Revista del Pacífico que dirigía Jacinto Chacón matenía una estrecha relación con la Sociedad de Amigos de la Ilustración. Debido a esto, despertó el interés de socios de otros países, cuyos escritos se aglutinaron en las páginas de otra revista de carácter latinoamericano, llamada Revista Sud América (Vilches, Roberto. Las revistas literarias chilenas del siglo XIX, p. 37). Sin embargo, la Sociedad de Amigos de la Ilustración, ubicada en Santiago y Valparaíso, no abandonó su relación con la Revista del Pacífico, sino que le entregaron la dirección a quien había oficiado como editor e impresor en sus dos etapas previas, José Santos Tornero.

Tal como anuncia Santos Tornero en la nota "El editor de la Revista a sus lectores", "los Sres. D. José Victorino Lastarria i D. Miguel Luis Amunátegui, serán en Santiago los representantes de la Revista, especialmente encargados de revisar los trabajos de aquella capital destinados a ella, así como en Valparaíso seguirá siéndolo el señor D. Jacinto Chacón, presidente de la Sociedad de Amigos de la Ilustración, i el secretario de la misma; sin perjuicio de que los señores colaboradores de ambas ciudades i de cualquiera otro punto, puedan entenderse directamente con el editor" (p. 1).

El nuevo director mantuvo el espíritu del periódico. Por una parte, continuó publicando textos cuyas entregas habían quedado pendientes y, por otra, escogió abundante material y buscó colaboradores en diversas áreas, dándole así un carácter más abierto y misceláneo a la revista.

Este fue el período más extenso de la Revista del Pacífico. Se prolongó desde julio de 1860 hasta 1861. Participaron Jacinto Chacón, José Victorino Lastarria, Miguel Luis Amunátegui, Rosario Orrego (bajo el seudónimo "Una Madre"), Zorobabel Rodríguez, Domingo Arteaga Alemparte, Joaquín Blest Gana, Miguel Cruchaga, Daniel Barros Grez, Martín Palma, Pedro Pablo Ortiz, Alberto Blest Gana -con su novela El pago de las deudas, Diego Barros Arana, Rodulfo Philippi, José Antonio Torres, Juan Espejo, Dolores Olañeta y Pedro León Gallo, entre muchos otros.

Como parte de un movimiento que traspasaba las fronteras del país, esta publicación recibió colaboraciones de intelectuales argentinos, bolivianos, peruanos y colombianos.