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Mercado de trabajo

La tasa de participación laboral femenina constituía menos de un cuarto de la fuerza laboral activa a fines de la década de 1960. No obstante, los estudios sociológicos de los años sesenta y setenta dieron cuenta del crecimiento de la tasa educacional femenina tanto escolar como universitaria. Y si bien la demanda por educación superior conservó las preferencias femeninas de principios de siglo, vinculadas a oficios afines a la pedagogía y el servicio, dichos estudios constataron un cambio sustantivo: la fuerza laboral femenina experimentaba una interesante diversificación. Paulapromovió el trabajo remunerado entre las mujeres como un espacio para su desarrollo personal y para alcanzar la independencia económica que sus antecesoras no habían tenido. También evidenció la vital importancia del trabajo femenino para la subsistencia de muchas familias, visibilizando a las mujeres que ejercían el papel de jefas de hogar, a las que con su trabajo contribuían a incrementar la renta del hogar y aquellas que vivían la dramática situación de no encontrar empleo. Examinando las causas de la cesantía femenina en uno de sus artículos, Paula develó las desigualdades de género que limitaban las oportunidades laborales de las mujeres, las que radicaban tanto en su capacidad reproductiva como en su menor acceso a la educación, pese a los avances en estos dos ámbitos.

En otro plano, Paulapuso énfasis en las tensiones que la vida laboral provocaba en las mujeres modernas, en particular, la difícil tarea de compatibilizar esa dimensión con los quehaceres de la maternidad y el hogar. En relación a esto, la revista procuró realzar el valor de una equitativa distribución de las ocupaciones domésticas y de crianza entre hombres y mujeres.