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Imaginismo

De acuerdo con lo señalado por Manuel Montecinos en el artículo "Salvador Reyes, El gran marinista", en 1928 hubo una "polémica literaria notable" respecto de la función de la literatura chilena. Los cabecillas de la polémica eran Manuel Vega, crítico literario del Diario ilustrado y Hernán Díaz Arrieta (Alone).

En término generales, la polémica se centraba en la discusión de la función del escritor y la finalidad de la obra literaria. En opinión de Vega, "el escritor debía estudiar minuciosamente la realidad nacional en todos sus aspectos y luego reproducir fielmente en sus obras, en forma objetiva". La opinión de Vega entonces apoyaba y respaldaba al Criollismo. Alone, por su parte, "sostenía que la labor del escritor era crear una obra artística con imaginación, con sensibilidad y buen gusto".

Esta discusión se reagudizó con la publicación de La niña de la prisión de Luis Enrique Délano, obra prologada por Salvador Reyes. En él, renegaba del realismo y el naturalismo y apostaba por una literatura más libre y cargada de fantasía. Las ideas de Salvador Reyes y sus "revolucionarios conceptos" otorgaron más argumentos a los criollistas para continuar la discusión, en el transcurso de la cual surgió el término "Imaginismo". Reyes, aceptó el término, señalando por ejemplo: "Hay una verdad artística de la vida y hay una verdad real de la vida. Me interesa la primera, porque, por sobre todo, creo que evadirse de la realidad vivida es el supremo deber del artista".