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viajes interoceánicos y de veraneo

A lo largo de sus nueve opúsculos, Violeta Quevedo (Rita) realiza una pormenorizada narración de los viajes que realizó junto a Sofía (Clara), su inseparable hermana menor. Estos viajes fueron un respiro a sus vicisitudes económicas y a la carencia de un domicilio fijo que padecieron a partir de 1935, cuando se vieron obligadas a vender la casa donde vivieron hasta su cincuentena.

Los viajes de Violeta Quevedo responden la mayoría de las veces a una necesidad existencial que la propia narradora expone a la Virgen, a su ángel o a la Providencia Divina. Estas oraciones o diálogos en sueño pronto se materializaron en viajes en tren o en barco, pagados por familiares o amigos. Violeta y Sofía recorrieron los hitos urbanos con sorprendentes observaciones turísticas por parte de la cronista -"la Torre de Pisa es elegante por dentro e inclinada por fuera" (El ángel del peregrino, p. 11), escribe-, para luego hacer visitas a parientes o conocidos que ejercían la diplomacia. Sin embargo, el destino que más las apasionaba eran las grutas, lugares de procesión, conventos e iglesias locales. Allí Rita compartía con párrocos, sacerdotes y monjas sus originales percepciones de extranjera, como cuando señalaba que la gruta de Lourdes es "muy parecida a la copia que hay en Santiago" (op.cit., p. 23). Frecuentemente, también, los desplazamientos provocaban quebrantos en la salud de Sofía, quien pasaba las jornadas acostada en su habitación de hotel.

Como señalan sus libros, Violeta Quevedo y su hermana recorrieron diversos destinos del orbe desde 1935 hasta 1946. Realizaron una visita a Italia y Francia en El ángel del peregrino y un periplo a Nueva York y otras ciudades de la Costa Este norteamericana en El país soñado. También conocieron localidades de países vecinos como Mendoza, Buenos Aires, Lima, Bogotá, así como otros destinos americanos, entre ellos Ciudad de Panamá y La Habana. Tales desplazamientos al extranjero se alternaban con los viajes al interior de Chile que Violeta Quevedo efectuaba para visitar a amistades y familiares en San Bernardo, San José de Maipo, Valparaíso o Los Andes. Además, solía pasar temporadas de descanso en balnearios como Viña del Mar, Las Rocas de Santo Domingo, La Serena, Coquimbo y Guayacán.