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Carta de Santiago Arcos a Francisco Bilbao

La Carta de Santiago Arcos a Francisco Bilbao de 1852 constituye el testamento político del joven Arcos y es al mismo tiempo un diagnóstico crítico de la situación social y política de Chile durante la primera mitad del siglo XIX. En esta carta su autor también manifiesta el origen del fracaso de su movimiento: el haberse aliado con los intereses del partido pipiolo.

Aunque algunos de sus biógrafos, como Julio César Jobet y Gabriel Sanhueza, se han empeñado en presentar esta carta como una suerte de manifiesto comunista, especialistas más recientes como Cristián Gazmuri y Pierre-Luc Abramson coinciden en ver este documento como un proyecto liberal, que apoya el libre comercio y que no renuncia a la propiedad privada. Sin embargo, no deja de tener un carácter radical de tintes socialistas y utópicos, pues su propuesta incluye una reforma agraria que garantice la propiedad y la protección social al más pobre, y no retrocede al proclamar el camino único para asegurar el progreso de la república chilena: "es necesario quitar sus tierras a los ricos y distribuirlas entre los pobres". De hecho, el análisis de Arcos es una dura crítica a la espuria división entre pipiolos y pelucones, a quienes acusa de ser una única clase, la de los ricos, que no difieren en cuanto a lo ideológico ni en cuanto a sus intereses como clase y cuya pugna se basa únicamente en la posesión del poder mediante el control del gobierno y de los privilegios a los que permite acceder este último. En su análisis de la sociedad chilena distingue sólo tres clases: la de los ricos, que vendrían a ser un décimo del total de la población; la de los pobres, conformada por los nueve décimos restantes y que se caracteriza por haber sido mantenida no sólo en condiciones económicas paupérrimas, sino además en la total ignorancia respecto de sus derechos, sin modificación alguna de su condición que seguía siendo la misma antes y después de la caída de la dominación colonial. Reconoce una tercera clase en los extranjeros, a quienes cree que el gobierno debe proteger, promoviendo además el aumento de inmigración. Su propuesta de transformación social se basaba en una combinación de inmigración y reforma agraria, donde el contacto de los inmigrantes con los campesinos y artesanos de Chile garantizaría, a través de la convivencia, una mejora de las costumbres y un aprendizaje de nuevas técnicas a través del conocimiento que traerían las poblaciones inmigrantes.

En definitiva, si bien no es éste un manifiesto comunista, es claro que varias de sus propuestas son revolucionarias en el contexto de la época y no sorprende que Santiago Arcos no haya podido retornar a tierras chilenas con semejante ideario. Sus propuestas constituyen, en este sentido amplio, un adelanto de lo que sería más tarde el movimiento socialista en Chile.