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Sargento Candelaria Pérez

Candelaria Pérez nació en 1810 en el barrio la Chimba de Santiago. En su infancia no recibió instrucción debido a la pobreza de su familia, y se empleó desde muy niña. Trabajó como empleada doméstica en Valparaíso y más tarde con una familia holandesa, quienes la llevaron consigo al Callao en 1833. Gracias al apoyo de un amigo se independizó y estableció una pequeña fonda conocida como "Fonda de la chilena". Iniciándose las hostilidades de la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, y tras el saqueo a su negocio por tropas peruanas, Candelaria Pérez se convirtió en informante de la Armada chilena. En estas labores fue descubierta por el ejército peruano, lo que determinó su reclusión en una cárcel del Callao. Una vez liberada, reanudó con mayor firmeza su objetivo de luchar junto a sus compatriotas. Deseosa de venganza, solicitó su incorporación al Ejército chileno y fue enrolada en calidad de cantinera-enfermera en el Batallón Carampagne. Candelaria Pérez ofreció un aporte valioso ya que conocía el lugar, y podía guiar a la soldadesca. En efecto, sirvió de mensajera entre el General Manuel Bulnes y el Comandante Roberto Simpson.

En el campo de batalla Candelaria Pérez fue una mujer aguerrida y temeraria, demostró grandes habilidades militares, y combatió en las primeras filas de contiendas como el sitio al Callao, y la Batalla de Yungay. Además de lo anterior, también curó a los soldados heridos. En reconocimiento a sus servicios, el General Bulnes la dotó del grado de Sargento.

En noviembre de 1839 el Ejército chileno fue recibido en Santiago por una multitud que ovacionaba su triunfo. La Sargento Candelaria Pérez recogió fuertes aplausos por su excepcionalidad. De hecho, el Ejecutivo le rindió homenaje en el Congreso a través de un discurso pronunciado por el presidente Manuel Bulnes Prieto, y el gobierno la ascendió al grado de Subteniente. Los tributos prosiguieron con los años, por ejemplo, en 1849 se presentó en el Teatro de la República, en Santiago, la obra de teatro La Acción de Yungay del dramaturgo Manuel Salgado Concha, donde ella apareció como un personaje principal.

A pesar de los honores que en vida recibió, Candelaria Pérez se encontraba sola y abandonada económicamente. Percibía una pensión en razón de su contribución a la patria, pero era exigua y apenas le alcanzaba para pagar el alquiler de una pieza. El Convento de la Merced la proveía de comida. Su existencia fue amarga durante las décadas posteriores a la guerra, porque además de la pobreza, sufría severos dolores y una parálisis. Ya en el ocaso de su vida, Benjamín Vicuña Mackenna la visitó y conversaron largamente. A partir de esa entrevista, el historiador obtuvo sustancioso material para escribir sobre ella y su participación en la campaña. La Sargento Candelaria Pérez falleció el 28 de marzo de 1870, y solo cinco personas asistieron a su entierro. Gracias a la gestión de uno de los presentes, se presentó un grupo de soldados del Batallón de Buin, quienes ejecutaron el rito de honor correspondiente a un ex combatiente.