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Hostilidad de los indígenas

Las condiciones de seguridad del incipiente asentamiento eran precarias para unas pocas decenas de españoles parapetados en algún lugar de la parte norte de la desembocadura del Elqui, que debían permanecer en vigilia ante el inminente ataque de los indígenas que poblaban el valle y que ya habían enfrentado antes.

"Los nuevos pobladores no gozaron mucho tiempo de tranquilidad, pues los indios, que al parecer se mostraban sumisos y tranquilos, meditaban una cruel venganza.

El exterminio de los españoles.

Rencorosos y desconfiados por carácter, no habían olvidado, sin duda, la severa justicia hecha por Almagro, en el valle del Huasco, que, más para poner temor en el ánimo de los indios que para reprimir una conjuración, mandó atar a treinta de los más principales ulmenes y quemarlos vivos.

Así pues, una noche, cuando los españoles y su capitán se encontraban desprevenidos, gran cantidad de indios, saliendo de la quebrada de Santa Gracia, se precipitó como una terrible avalancha sobre las pocas chozas de paja en las que reposaban de sus fatigas Juan Bohón y los suyos.

No hubo cuartel

Con excepción de muy pocos, cuyo número la historia no consigna a punto cierto, que lograron ocultarse en el bosque de la ribera del río para emprender después la fuga, todos los restantes fueron lanceados inhumanamente."

Concha, Manuel. Crónica de La Serena, de su fundación a nuestros días 1549-1870. La Serena Imprenta de La Reforma, 1871, pp. 31-32