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Congreso Mariano Femenino (1918)

El "Congreso Mariano Femenino" se celebró en Santiago en julio de 1918, con motivo de la conmemoración del centenario de la proclamación de la Virgen del Carmen como patrona de Chile y del ejército. El monseñor Rafael Edwards Salas (1878-1938) dirigió la organización del Congreso, en la cual también participó un grupo de mujeres católicas pertenecientes a la elite chilena y argentina. Entre ellas, la primera dama de Chile Ana Echazarreta de Sanfuentes (1875-1927), Julieta Meyans de Pueyrredón (1877-1942) y Amalia Errázuriz de Subercaseaux (1860-1930).

Los preparativos del Congreso estuvieron a cargo de una comisión organizadora, la que solicitó adhesiones e invitó a directoras de obras sociales a presentar en él. De acuerdo a Rafael Edwards Salas, la convocatoria fue acogida positivamente a lo largo de todo el país y afirmó que "ninguna sociedad femenina del país, ha quedado sin adherirse al Congreso Mariano. De todas las parroquias recibió la Presidencia del Congreso numerosísimas adhesiones colectivas o individuales" (Relaciones y documentos del Congreso Mariano Femenino. Santiago: El Congreso, 1918, p. XII). Además, otros países de América Latina se adhirieron al Congreso, tales como Argentina y Perú.

La comisión también organizó una serie de conferencias previas donde miembros de la elite religiosa, política e intelectual opinaron sobre los temas que debían ser abordados en el Congreso. Una de ellas estuvo a cargo del presbítero Luis Felipe Contardo (1880-1922), quien expuso sobre la relación entre la mujer y la iglesia y concluyó que "la Iglesia de Cristo salvó a la mujer en el pasado, y la mujer católica salvará a la Iglesia de Cristo en el porvenir!" (La mujer y la iglesia. Chillán: Casa Editora Librería Americana, 1918, p. 44).

El programa del Congreso contempló la celebración de misas y festividades religiosas, la realización de sesiones privadas, que de acuerdo a Edwards Salas constituyeron "una verdadera revelación de la capacidad y preparación de las damas católicas de Chile" (Relaciones…, p. XIV), y la presentación de conferencias públicas. Estas últimas contaron con la asistencia de más de trescientas mujeres católicas y trataron sobre cuatro principales temas (religión, hogar, educación y acción social), en torno a los cuales las mujeres católicas de elite discutieron acerca de diferentes problemas sociales de la época.

La sesión de clausura fue realizada en el Aula Máxima de la Universidad Católica. Meses después del evento, la comisión organizadora público las Relaciones y documentos del Congreso Mariano Femenino, libro que compiló sus conferencias y conclusiones. En este documento Rosa Rodríguez de la Sotta, una de las secretarias del Congreso, describió al evento como "un magnífico triunfo de sano, noble, católico y patriótico feminismo" y como "un detenido examen de conciencia social" (Relaciones…, p. 1).

De acuerdo a la historiadora Paula Cornejo Sáez, este congreso introdujo "el concepto de feminismo cristiano al debate público, dándole a la mujer un camino cristiano para ir en busca de sus derechos" y posibilitó que las mujeres de la elite discutieran sobre la realidad chilena (Católicas en acción: estudio del primer Congreso Mariano Femenino realizado en Santiago en 1918. Santiago, Chile, 2003, p. 2).

El Congreso también ha sido destacado porque en él las mujeres católicas cuestionaron las condiciones en que vivían las mujeres obreras en el país y denunciaron las injusticias sociales de ese momento (cf. Fernando Aliaga. "La Acción Católica en Chile". En: Marcial Sánchez. Historia de la Iglesia en Chile. Tomo IV. Santiago: Editorial Universitaria, 2014, pp. 227-276).