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La mujer obrera

La imagen de la mujer obrera, víctima del sistema capitalista, se convirtió en un símbolo de la explotación de la clase trabajadora que, hasta entonces, se creía exclusivamente masculina. Para una parte de la sociedad de la época, el ingreso de más mujeres a tareas productivas trajo penosas consecuencias para el orden doméstico, el cuidado de la familia y del hogar, responsabilidad asignada de manera tradicional y exclusiva a las mujeres. Al comenzar el nuevo siglo, la actividad fabril también registró la incipiente incursión de mujeres en calidad de propietarias de pequeñas y medianas industrias relacionadas a los rubros de conservas, tejidos, a la fabricación de muebles y al negocio de la encuadernación.