Mandrágora


El grupo Mandrágora, fundado en 1938 por los poetas Teófilo Cid, Enrique Gómez-Correa y Braulio Arenas, surgió dentro del contexto de ascenso de las capas sociales medias durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda. Fue en esta medida, que el grupo en su primer momento se desarrolló como un proyecto radical de socialización con especial énfasis en lo político. Sin embargo, el paulatino distanciamiento que establecieron los mandragoristas con respecto a ese discurso, los hizo perfilarse como representantes de la continuidad del diálogo que ya había establecido Vicente Huidobro con el surrealismo francés en sus manifiestos.
El interés por retomar el culto al inconsciente freudiano, en las versiones de Lautreamont, Jarry, Éluard, Rimbaud, entre muchos otros, fue su inicial premisa. En consideración de ésta, iniciaron grandes polémicas cuyos blancos principales fueron, por ejemplo Pablo Neruda (la crítica a Residencia en la tierra, se mantuvo durante los siete números de la revista Mandrágora) y Vicente Huidobro, quien paradójicamente había sido su modelo inicial.
Dentro de este contexto, publicaron la antología El A, G, C de la Mandrágora, la que incluye a Braulio Arenas, Enrique Gómez Correa y a Jorge Cáceres, pero no cuenta a Teófilo Cid. Aparentemente debido al rechazo de este último al automatismo y a ciertas conductas que rivalizaban con la asunción plena del ideario vanguardista.
En síntesis, la Mandrágora, según señala Bernardo Subercaseaux, "fue un discurso vanguardista de obturación de la realidad y, como tal, uno de resistencia espiritual, con una lógica artística y no social. Fue una estética surrealista y freudiana asumida rabelesianamente, sin medias tintas, tras lo cual estaba el intento de una vanguardia radical en lo estético, que estuviera totalmente fuera de la realidad, o que se derramara de tal modo sobre ella hasta hacerla desaparecer".