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sociedad pluriétnica

El mundo del salitre fue construido y habitado por inmigrantes. Tanto chilenos venidos del sur, como extranjeros, se aventuraron hacia el desierto en pos de las mejores expectativas de vida que prometía el "oro blanco".

La nacionalidad de los trabajadores estaba estrechamente asociada a la labor que desempeñaban en las oficinas. De esta manera, la gran mayoría de los dueños, profesionales calificados y empleados, eran europeos, entre los cuales predominaban los ingleses, los italianos y los alemanes. Según cifras del censo 1907, en la provincia de Tarapacá vivían 1.395 ingleses, 1.026 italianos y 693 alemanes. Entre los extranjeros, destacaron algunos como el inglés James Thomas (Santiago) Humberstone, quien impuso el método Shanks en 1876; el yugoslavo Pascual Baburizza, quien llegó a concentrar en sus manos el 25% de las oficinas salitreras; y el precursor John Thomas Norton, conocido como el "rey del salitre", quien organizó sociedades de acciones salitreras, las que a fines del siglo XIX terminaron controlando el precio del nitrato desde Inglaterra.

La población de mineros y obreros correspondía fundamentalmente a chilenos (66.262 según el censo 1907), bolivianos (12.528 según el mismo censo), peruanos (17.013 según el censo peruano de 1876) y chinos (1.335 según el censo chileno de 1907). Junto con ellos -aunque no se les reconoce como una categoría en los censos-, se sabe de la existencia de un gran número de indígenas que trabajaban extrayendo caliche en condiciones paupérrimas. De acuerdo al censo de 1878, en Tarapacá los indígenas representaban el 43,7% de la población total de la región, lo que equivale a más de 16.500 personas. Su presencia en la pampa dejó una profunda huella, la que se manifiesta en los carnavales y fiestas religiosas que se celebran hasta la actualidad en la zona, en el habla pampina y en tradiciones populares como la yerbateria.

Independientemente de su origen étnico, a todos los unía un carácter errante y la esperanza de mejores perspectivas para el futuro. El pampino se caracterizó por ser un hombre libre, que viajaba de campamento a campamento, en busca de nuevas oportunidades laborales.