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Almenara (1985)

El libro comienza con una definición del título, extraída del Diccionario manual e ilustrado de la lengua española: "almenara. (...) 2. Fuego que se hace en las atalayas o torres para dar aviso de alguna cosa; como de acercarse embarcaciones o tropas enemigas. 3. Candelero sobre el cual se ponían candiles de muchas mechas para alumbrar el aposento" (Rojas, Waldo. Almenara. Ottawa: Cordillera, 1985, p. 3). La edición comienza con un epígrafe del poeta latino Lucrecio, a quien el volumen homenajea en la brevedad de la forma, como se aprecia en los poemas de la sección "Umbrales emboscados", que no exceden una estrofa de extensión.

El libro incluye, además, la sección "Resplandor predestinado", con poemas más extensos, escritos entre 1981 y 1983, y una versión en español de los poemas de Cifrado en la Villa Adriana. En un artículo publicado en 1985, Rojas señala: "La poesía, es decir, la actualización de la materia significativa de un poema, sólo se cumple en la dialéctica de un lector y un texto; puesto que el poema dice algo pero da a significar otra cosa, y puesto que ya el contenido de ese decir no es una réplica del mundo que envuelve al poeta. La realidad de uno y la realidad de la otra se despliegan en mundos y tiempos sólo paralelos: la poesía es texto y un texto está hecho para prescindir de referencias, prescindencia que la poesía erige en su primera condición. Las palabras del poema no profieren el mundo del poeta, antes bien la existencia real del poeta mismo aparece de pronto como un dispositivo del texto para decirse a sí mismo" (Rojas, Waldo. Poesía continua. Santiago: Editorial Universitaria, 1995, p. 100).