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Martín Rivas (1862)

Entre mayo y julio de 1862, Alberto Blest Gana publicó por entregas Martín Rivas, con el subtítulo de "Novela de costumbres política sociales" en La Voz de Chile (1862-1864), diario dirigido por Manuel Antonio Matta (1826-1892). Este medio solía integrar un folletín en sus páginas, en el que también aparecieron otras obras del autor. Sin embargo, Martín Rivas tuvo "un estrepitoso triunfo" entre sus lectores, quienes eran en su gran mayoría "los mismos letrados que aplaudían el libro en el cual se veían reflejados como en un espejo". Esta obra "consagraría" a Blest Gana como el "gran escritor del siglo XIX chileno, ofuscando desde su primera aparición todo el resto de la producción" (Hosiasson, Laura. "Siete novelas de Blest Gana: una visión de conjunto". Revista Chilena de Literatura. Número 96, 2017, p. 244-245).

La trama de la obra se desarrolla desde julio de 1850 hasta fines de octubre 1851 en Chile, "son los años en que se gesta y prepara la primera revolución liberal" -en la que participan liberales e integrantes de la Sociedad de la Igualdad-, "fenómeno colectivo de gran envergadura, que crece desde motines y sublevaciones castrenses hasta alcanzar la magnitud nacional, cuyas principales manifestaciones son la rebelión de las provincias nortinas, el levantamiento del Ejército del Sur y los sangrientos hechos protagonizados por Cambiaso en Punta Arenas" (Concha, Jaime. "Martín Rivas o la formación del burgués". Leer a contraluz: Estudios sobre la narrativa sobre Alberto Blest Gana a Bolaño. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2013).

Estos episodios enmarcan la narración de las peripecias de Martín Rivas, "un provinciano que sin más fortuna que su honradez y algunos contactos llega a la capital decidido, primero, a hacerse de una posición que le permita ayudar a su madre y hermana, y muy pronto, a conquistar la voluntad de su rico anfitrión (Don Dámaso Encina) y a la hija de este (Leonor). Tras participar en varias formas de acumulación de capital (cultural, en el Instituto Nacional; simbólico, en las asesorías financieras a su anfitrión; social, en las múltiples relaciones que establece; y experiencial, en lo político y amoroso), Martín Rivas logra cumplir sus varios objetivos" (Poblete, Juan. Literatura chilena del siglo XIX: entre públicos lectores y figuras autoriales. Santiago de Chile: Cuarto Propio, 2002, p. 83).

Martín Rivas ha tenido una amplia recepción crítica. Parte de estas lecturas ha analizado las "esferas sociales" que aparecen en el texto, término tomado del Discurso de incorporación a la Facultad de Filosofía y Humanidades que Blest Gana dictó en 1861. En él, propuso como tarea al escritor de novelas referirse, estudiar y comparar las costumbres de las diversas esferas sociales con el fin de "ofrecer una imagen perfecta de la época con sus peculiares características", cuyo trabajo permitiría construir una novela que "no puede dejar de ser esencialmente nacional según el mayor o menor acierto de los que a ella consagran sus esfuerzos" (Blest Gana, Alberto. "Discurso de incorporación a la Facultad de Filosofía y Humanidades". Anales de la Universidad de Chile. Tomo 18, serie 1, 1861, p. 91).

En el caso particular de Martín Rivas, se han analizado las interacciones entre la "alta burguesía" -o aristocracia, dependiendo de la denominación utilizada en cada crítica o estudio- y el "medio pelo", esferas sociales por las que transita el personaje de Martín. Para Cristián Montes, la figura del protagonista representa la del "burgués ideal", pues a diferencia de los otros personajes burgueses -don Dámaso, Leonor Encina y Rafael San Luis- "Martín representa un ente ideológico donde se ha depurado la clase emergente, transformándose en el representante ideal de la burguesía. Erigido en héroe de la mesura y el sentido común, afirma el orden establecido a través de la moral estricta y un talento singular para conciliar los opuestos" (Montes, Cristián. "El metarrelato nacionalista en Martín Rivas de Alberto Blest Gana". Anales de Literatura Chilena. Número 5, 2004, p. 26).

En relación con la totalidad de la obra de Blest Gana, el crítico Eliodoro Astorquiza (1884-1934) señaló en 1960 dos aspectos que hacían de la obra una "excepción": "Por la manera de abordar los sentimientos y por la manera de contar. Sin duda, quiso aquí el autor demostrarse a sí mismo la ductilidad de su talento". En relación con el primer asunto, según Astorquiza, en esta obra Blest Gana habría presentado, "el nacimiento de una pasión", la de Leonor por Martín, lo que contrasta con sus otras novelas, en las que "si nos presenta a un enamorado, un ambicioso, un libertino, jamás nos hace asistir al génesis de esas pasiones ni nos dibuja, siquiera someramente, el matiz especial que ellas toman en el personaje; mucho menos nos invita a la lucha que tales sentimientos traban, sea en su origen, sea en su desarrollo, con otros sentimientos del mismo individuo". El otro aspecto se refiere a la manera particular de ejecutar la narración: "Esta novela es toda acción; no hay una página, un periodo, una línea que no conduzca directamente al desarrollo de las situaciones planteadas", inclusive los cuadros de costumbres del texto se presentan "en la medida en que los sucesos mismos lo exigen; sobre todo, hechos y más hechos. El autor quiso contar simplemente una historia, sin distraerse en nada que la entorpeciera. El relato marcha a su término rápido, seguro, ágil como un libre río en su cauce hacia el mar. Martín Rivas es el tipo de la novela eminentemente entretenida" (Astorquiza, Eliodoro. "Don Alberto Blest Gana". Atenea. Año XXXVII, número 389, 1960, p. 15).