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Comienzos del siglo XIX

Manuel Peña Muñoz señala que los primeros cafés existentes en Chile se instalaron en los albores de la República. Éstos fueron fundados principalmente por los españoles avecindados en nuestro país y por esta razón, tuvieron de modelo a los madrileños, en los que se bebía mucho vino, se practicaba diversos juegos de naipes y, además, acudían sólo hombres.

En 1773 se abrió en la calle del Rey, hoy Estado, a media cuadra de la Plaza de Armas, el primer café conocido en Chile. Allí, llegaban los jóvenes a platicar sobre diversos temas, a beber y jugar al "monte de baraja" y juegos de naipes en general.

Con el tiempo fueron abiertos otros cafés, los que acogieron a distinto tipo de público. Algunos de los más concurridos fue el Café Republicano, situado en la calle Ahumada frente a la puerta del antiguo pasaje Bulnes y cuyo dueño era el español Francisco Barrios; el Café de Dinator, y el Café Serio del Comercio, ubicado en la calle Compañía, y donde se juntaban comerciantes especialmente.

Uno de los primeros lugares donde la gente se reunió a conversar de política y literatura fue el Café de la Nación, abierto en 1826. Entre los visitantes asiduos estuvo el escritor Daniel Barros Grez.

Pasada la mitad del siglo XIX, diversas manifestaciones de un mismo modelo surgieron en Santiago. Una de éstas fue el Café de Rengifo y Melgarejo, que tuvo como particularidad ser un café danzante, con orquesta de música bailable y un maestro que enseñaba pasos como la contradanza, la cuadrilla, el minué, la morandé, la gavota y el churré. En esta época, ya existían numerosos cafés en Santiago, donde también se podía beber licor e incluso algunos ofrecían servicio de alojamiento.