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Censura cinematográfica (1925)

Como ocurrió con varios ámbitos de la vida nacional a comienzos del siglo XX, el Estado comenzó a intervenir la actividad cinematográfica. El poder político lo hacía fundamentalmente preocupado por el efecto de las películas en los espectadores. Ya en 1916 la Municipalidad de Santiago había prohibido la exhibición de La baraja de la muerte de Salvador Giambastiani aduciendo que la obra estaba basada en un hecho real, un crimen del cual no había habido aún fallo judicial. La obra sin embargo pudo exhibirse sin problemas en Valparaíso. Ante la inexistencia de normas legales, durante las primeras décadas la censura se realizaba de facto, por parte de los municipios o de grupos de presión como comités de señoras. Hasta que en 1925 el Gobierno de Arturo Alessandri tomó cartas en el asunto, creando mediante el Decreto Ley n° 558 el Consejo de la Censura, organismo que debía calificar toda obra extranjera o nacional (para mayores de 15 años o apta para todo público) y autorizar o no su exhibición. El Consejo podía "prohibir y censurar la internación y exhibición de películas cinematográficas contrarias a la moral, a las buenas costumbres y a la seguridad y tranquilidad del Estado". En 1928 un nuevo decreto especificaba: "podrán ser aprobadas para menores de 15 años ...las escenas que no traten de delitos y escenas pasionales". En 1932, el Consejo pasó a depender del Ministerio de Educación.