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Culturas de Arica

En los valles de Azapa y Lluta se desarrollaron complejas culturas desde hace miles de años de antigüedad, estimuladas por la presencia de cursos regulares de agua dulce en pleno desierto y la abundancia de pesca en la costa. Entre el 8.000 a.C. y el 2.000 a.C, floreció en la costa una cultura de cazadores-recolectores con algunos rudimentos de agricultura que ha sido llamada Chinchorro por los arqueólogos.

Hacia el 1.000 a.C. se produce una lenta transición entre los grupos de cazadores-recolectores y pueblos de agricultores y ganaderos que ocupan los valles. Estos últimos desarrollaron la tecnología textil y el uso de metales con fines utilitarios y decorativos. Sin embargo, los grupos costeros continuaron sustentándose en la pesca, la caza y recolección a pesar de la adquisición de cerámica y metales.

Entre el 300 y el 1.000 de nuestra era, se hizo sentir la influencia del gran centro ceremonial y político de Tiwanaku, en la zona del lago Titikaka. Ésta se expresó en un mayor impulso a la agricultura, el desarrollo de sistemas de intercambio con el altiplano a través de caravanas y el surgimiento de una cerámica inspirada en motivos religiosos tiwanakotas. A comienzos del segundo milenio, la desintegración de Tiwanaku dio pie al surgimiento de un sistema de señoríos que agrupaban a la población en pukarás -complejos defensivos- y que controlaban de manera diferenciada la zona costera y la altiplánica. A mediados del siglo XV, la conquista inka del territorio ariqueño impuso el sistema de mita, traspaso del excedente económico al imperio vía trabajo compulsivo estacional, la llegada de colonos -mitimaes- desde el altiplano y la designación de kurakas, funcionarios que servían de nexo entre los señores locales y el imperio.