Los letrados constituyeron un estamento fundamental de la sociedad, puesto que servían de puente entre la elite criolla y la administración colonial.

Sin embargo, para realizar estudios jurídicos había que viajar fuera del país, debido a la inexistencia en Chile de centros de estudios que enseñaran Derecho. Normalmente, los estudiantes viajaban a Perú, en donde no sólo aprendían rudimentos de teoría del derecho sino también la formación práctica en la Real Audiencia de Lima. Sólo desde 1758, se abrieron cursos de Derecho en la recientemente creada Universidad de San Felipe, lo que permitió regularizar definitivamente en Chile los estudios jurídicos.

La formación jurídica que daban las universidades en el período colonial estaba centrada en el estudio del derecho canónico y el derecho civil desde un punto de vista general. En cambio, no existía enseñanza del derecho propiamente indiano o español, el que se aprendía únicamente a través de la práctica jurídica.

En 1778 se fundó en Santiago la Academia Carolina de Leyes Reales y Práctica Forense, en donde por primera vez se enseñó a los abogados titulados el derecho español y el derecho indiano, así como a ejercitarse en la práctica de los tribunales.