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Historia física y política de Chile (1844-1871)

A pesar de que la principal tarea de Claudio Gay fue la recopilación de datos en torno a la geografía, mineralogía, botánica y zoología del país, años después de haber comenzado su viaje científico y de haber buscado financiamiento con el gobierno francés para profundizar su trabajo, llamó su atención la necesidad de redactar una historia de Chile que rastreara los orígenes progresivos y evolutivos del país y que abarcara sus principales hechos históricos.

Desde su primer año de trabajo Gay recibió, como parte de los insumos entregados por el gobierno, el archivo de la imprenta oficial que contenía los principales periódicos publicados durante el siglo XIX en Chile. Además, su relación de amistad con Andrés Bello (1781-1865) le facilitó entrar en contacto con los principales intelectuales chilenos que poseían sus propios archivos y bibliotecas personales, quienes le permitieron desde tener acceso a un variado compendio de documentos históricos. Claudio Gay llegó a recopilar cerca de quince manuscritos de diferentes autores sobre la Historia de Chile, junto con entrevistas y conversaciones personales que sostuvo con próceres de la independencia (González Pizarro, José A. "Claudio Gay y la historiografía chilena. El contexto histórico-cultural en la formación de una concepción historiográfica". Revista Caravelle, Número 55, 1990, p. 83-104).

Tras nueve años de trabajo científico y haber mostrado sus aptitudes como investigador y escritor al publicar sus avances en el periódico El Araucano, fue contactado en 1839 por el entonces Ministro de Instrucción Pública Mariano Egaña (1793-1846), quien coincidió con Gay en la necesidad de publicar una Historia de Chile al estilo de las historias enciclopédicas de países europeos, que por ese entonces se publicaban en las principales capitales de ese continente y que eran utilizadas para la enseñanza escolar (González Pizarro, p. 86-88).

Egaña le entregó financiamiento para que viajara a Lima a recopilar en los archivos peruanos la mayor cantidad posible de documentos e información relevante para la redacción de su obra. Allí pudo incluso entrevistarse con Bernardo O´Higgins (1778-1842), lo que le permitió tener la versión del libertador sobre la historia independentista de manera directa. En ese sentido, el trabajo de Gay cobró gran vitalidad, puesto que a los dieciséis tomos de historia natural y a los dos tomos de agricultura en los que ya trabajaba, se sumaron ocho tomos sobre la Historia de Chile desde el periodo de la conquista -incluyendo reseñas sobre los pueblos originarios del territorio- hasta los años de la República Conservadora.

La metodología utilizada por Claudio Gay se basó en las ideas expuestas por François-Marie Arouet "Voltaire" (1694-1778) en el siglo XVIII, es decir, la recopilación exhaustiva de documentos y relatos orales para su utilización como fuentes directas, su análisis crítico, comparaciones recurrentes con la situación y contextos europeos y posterior exposición narrativa de los hechos históricos. En ese sentido, Gay se alejó de la corriente subjetivista y de los filósofos de la historia en boga, y adaptó su método científico de las ciencias naturales a la escritura de la historia, proceso en que fue asesorado de cerca por Andrés Bello (Saldivia, Zenobio. La ciencia en el Chile decimonónico. Santiago: Universidad Tecnológica Metropolitana, 2005).

Cuando en 1844 se publicó en Chile el prospecto y primer volumen de la Historia de Chile de Gay, en las aulas del país se desató una interesante polémica intelectual entre Andrés Bello y un joven José Victorino Lastarria (1817-1888). Este último describió a las nuevas corrientes de pensamiento historiográfico, se sitúo en el lado del subjetivismo histórico y presentó sendas críticas al pasado colonial de Chile y al estilo narrativo de hacer historia por parte de sus profesores, el que debía ser impugnado a través de una obra histórica que demostrara los errores del pasado y resaltara los aciertos del presente. Por su parte, Bello defendió la visión positivista y cientificista de la historiografía, la puso al nivel del resto de las ciencias y usó el trabajo de Claudio Gay como ejemplo a seguir.

Dicha polémica -en que se enfrentaron las ideas de la Ilustración a través de la "historia narrativa" contra las de la filosofía de la historia del siglo XIX o "historia filosófica"- terminó con el rechazo casi generalizado de las ideas de Lastarria, a quien le habrían faltado argumentos y bagaje archivístico y recopilatorio para sustentar su tesis, según Bello y otros intelectuales de la época. Así, se impuso la visión indagatoria y detallada de la historia por sobre la imaginativa y filosófico-argumentativa que dejaba, según sus detractores, abierto el espacio para la especulación y la crítica anacrónica sin fundamentación, ya que la conformación del Estado-nación y de la identidad nacional como tal no podían estar a merced de "falsedades" y "conjeturas personales", sino bajo la certeza de los datos recopilados y constatados históricamente a través de las fuentes escritas (Dager Alva, Joseph. "El debate en torno al método historiográfico en el Chile del siglo XIX". Revista Complutense de Historia de América. Volumen 28, 2002, p. 97-138).

En lo que respecta al trabajo histórico de construcción de la identidad nacional, Claudio Gay puso énfasis en tres elementos históricos: la valentía, valoración de la libertad y tradición guerrera del pueblo Mapuche que había sido expresada con tintes épicos siglos atrás por Alonso de Ercilla (1533-1594) en La Araucana, características que contrastó con sus propias observaciones; la cultura, la lengua y las tradiciones introducidas por los conquistadores españoles; y el carácter de epopeya y mito fundacional del proceso independentista, derivado principalmente de las batallas de Chacabuco y Maipú y la expedición libertadora del Perú. Estos tres elementos históricos fueron los pilares fundamentales del metarrelato y el discurso nacionalista construido en la obra de Gay. Al mismo tiempo, fue capaz de conjugar los aspectos naturales con los históricos, ya que para Gay el espacio natural y el desarrollo humano eran indivisibles, lo que significó que su trabajo de científico y naturalista fuese complementario al de historiador (González Pizarro, p. 92-94).

La visión historiográfica de Claudio Gay y Andrés Bello se convirtió entonces en una proto-escuela historiográfica chilena, que fue seguida en las décadas posteriores con la publicación de los ocho tomos de la Historia de Chile y el trabajo complementario realizado por jóvenes historiadores como Diego Barros Arana (1830-1907), Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886), los hermanos Amunátegui y Valentín Letelier (1852-1919), entre otros.