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Jorge Millas

Jorge Millas (1917-1982) ha sido considerado el más señero de los filósofos chilenos. Pero su figura y su obra han traspasado los límites de la filosofía para extenderse al reconocimiento en los ámbitos de la poesía y del ensayo, donde la crítica a la cultura de la modernidad y la consecuente reflexión realizada en torno a los grandes problemas sociales, educacionales, éticos y filosóficos de la sociedad chilena contemporánea parecieron constituir temas centrales de su pensamiento. A ello se sumó la preocupación por algunos de los más importantes temas de la filosofía del derecho.

Millas nació en Santiago. Estudió y trabajó durante un tiempo en el Internado Barros Arana donde conoció a Nicanor Parra. Posteriormente, ingresó a la Escuela de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Chile y a Filosofía, egresando de esta última facultad en el año 1943. A poco andar, viajó a Estados Unidos donde obtuvo el grado de Master of Arts por la Universidad de Iowa. A partir de entonces, su labor docente e investigativa comenzaría a centrarse en Puerto Rico y en Chile, participando paralelamente en una serie de congresos internacionales de filosofía.

Los primeros reconocimientos a su labor vinieron dados a partir de la publicación de sus dos primeras obras: Idea de la Individualidad (1943) y Goethe y el Espíritu de Fausto (1949). La primera obtuvo el primer premio, por la categoría de ensayo, en el concurso literario del cuarto centenario de Santiago.

Pero, además, su temprano reconocimiento se debió en parte a uno de los primeros y más importantes filósofos chilenos, don Enrique Molina Garmendia, que supo descubrir las potencialidades que abrigaba Millas en lo concerniente a la reflexión filosófica. De hecho, incluyó su nombre en una obra que él mismo preparaba, La Filosofía en Chile, rescatando la sensibilidad y profundidad del entonces joven filósofo.

En Idea de la Individualidad, Millas introdujo la reflexión en torno a una peculiar y hermosa tesis referente a la esencia de la filosofía y de la significación profunda del cultivo de la interioridad e individualidad humana. Su antropología filosófica privilegió la primacía de la individualidad por sobre los proyectos de vida colectivistas de cualquier tipo. Ello significó mantener no sólo un fuerte recelo hacia la política contingente, sino, además, significó adherir a una concepción más bien academicista de la filosofía, en la medida en que sólo las universidades podían asegurar los espacios adecuados para incentivar el necesario espíritu de introversión, propio de la disciplina.

Influenciado por el pensamiento del filósofo español José Ortega y Gasset, del alemán Martin Heidegger y por los devastadores acontecimientos políticos que azotaban a Europa, en las décadas de 1940 y 1950, su concepción de la política quedó sellada bajo el signo del recelo.

Sin embargo, a fines de la década del sesenta y luego en la década del ochenta, Millas se vio enfrentado a dos complejas situaciones, que pondrían en jaque la relación entre filosofía, universidad y realidad política: el proceso de reforma universitaria y la política universitaria del régimen de Pinochet.