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Coronación

Para poder escribir esta novela José Donoso se trasladó a Isla Negra, donde encontró alojamiento en la casa de unos pescadores. En este ambiente tranquilo comenzó su obra, sin embargo nunca quedó satisfecho con los resultados: "rehice la obra más de quince veces. Gasté alrededor de 30 kilos de papel. Con José Zañartu y María Elena Gertner, su esposa, arrendamos una casa en El Canelo, en el Cajón del Maipo. Estaba un poco aburrido con el largo trabajo de Coronación. Me convencí de que era una tontería. Tan hastiado de corregir estaba. Quise echarla al fuego, pero lo impidieron mis amigos. Estaba tan cansado. Me parecía una novela pésima, estúpida, mal escrita..." (Espinosa, Mario. "A José Donoso le interesa La vida pilucha", Pomaire, (11): 8-9, marzo, 1958).

Finalmente, llegó a sus manos Los pasos perdidos, del escritor cubano Alejo Carpentier y esto le dio la clave para dar un fin a su novela. La publicó en 1957, bajo el sello editorial Nascimento, consiguiendo el elogio de la crítica.

En Coronación, José Donoso siguió profundizando en sus tópicos e hizo consciente sus proyecciones autobiográficas: "En Coronación realizo dos fugas: una fuga hacia adentro, hacia mi medio: la gran burguesía chilena que viene cayendo, pero también en una forma singular. Es decir, no haciendo el arquetipo del individuo" (Espinosa, Mario. "A José Donoso le interesa La vida pilucha", Pomaire, (11): 8-9, marzo, 1958).

Tras su publicación, Donoso se dedicó a difundir su libro personalmente. Muchas veces se paraba en la calle a venderlo. Tiempo después, envió la obra a su amigo mexicano Carlos Fuentes para que lo contactara con alguna editorial en Nueva York. El editor Alfred A. Knopf se interesó por la novela y publicó una traducción en inglés en Estados Unidos. Esto significó el lanzamiento internacional del autor. En 1962 recibió el Premio William Faulkner y su nombre adquirió fama en el mercado literario extranjero.