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lenguas indígenas

Los jesuitas implementaron un sistema de evangelización basado en la lengua de cada pueblo que convertían. Ello implicaba que en las reducciones se utilizaba exclusivamente la lengua local y no el español, salvo para cuando era necesario realizar contactos con españoles que residían fuera del ámbito misional. La entrada de éstos a las reducciones estaba prohibida, lo que contribuyó a aumentar el aislamiento de las misiones en relación al resto de las colonias españolas en América.

El aprendizaje de los idiomas indígenas requirió un considerable esfuerzo por parte de los misioneros, en particular en regiones en las que convivían múltiples grupos étnicos diferentes, como fue el caso de Maynas -en mayor grado- y de Moxos y Chiquitos -en menor grado-.

En el caso de las misiones del Paraguay, los jesuitas utilizaron una versión estándar del guaraní que pudiera ser comprendida más allá de los cientos de dialectos que se hablaban antes de la llegada de los españoles. Para ello, se abocaron el estudio de la lengua guaraní, llegando a producir obras realmente notables en ese ámbito, como la que desarrolló el misionero Antonio Ruiz de Montoya. Al mismo tiempo, incentivaron el surgimiento de una literatura en lengua guaraní, imprimiendo catecismos, diccionarios e incluso obras teológicas en esa lengua en las mismas reducciones.

La labor lingüística de los jesuitas en el Paraguay hizo posible que la lengua guaraní sobreviviera a la expulsión de la orden y perdurara hasta nuestros días, siendo hablado por la mayor parte de la población actual de ese país.