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Espacios naturales del país

Los parques de conservación de la naturaleza son áreas no transformadas sensiblemente por la explotación u ocupación humana, identificables por la belleza de sus paisajes, la representatividad de sus ecosistemas o la singularidad de su flora, de su fauna o de sus formaciones geomorfológicas, y que requieren de una actuación preferente de los poderes públicos, a fin de hacer compatible el aprovechamiento ordenado de sus recursos naturales y el uso público con la conservación o recuperación de sus valores ecológicos, estéticos o educativos.

La historia de los parques naturales no tiene más de un siglo. La noche del 19 de septiembre de 1870, dos pioneros americanos, miembros de la expedición Washburu, se hallaban junto a una fogata en un lugar llamado Madison, después de una visita de varias semanas a un paisaje volcánico alrededor del lago Yellowstone. Allí decidieron hacer campaña para obtener del Congreso la promulgación de una ley federal que permitiera asegurar la supervivencia de centenares de miles de hectáreas de paisajes vírgenes. El 1 de marzo de 1872 se creaba el parque nacional de Yellowstone, una superficie de 880.000 hectáreas, en el estado de Wyoming. En 1890 se le añadían dos nuevos parques: el Yosemite National Park y el Sequoia National Park. En Europa, únicamente los británicos hicieron eco de las iniciativas conservacionistas norteamericanas fundando en 1895 el National Trust, encargado de adquirir, por la vía de donaciones, territorios destinados a reservas naturales privadas. Tras las iniciativas europeas, fueron los canadienses quienes establecieron tres parques en las montañas rocosas del oeste: el Waterton Lakes National Park (1885), el Glacier National Park (1886) y el Bauff National Park (1887). Siguieron actuaciones parecidas en Australia, Nueva Zelanda y, finalmente, en África del Sur (la Sabie Game Reserve que años más tarde se convirtió en el célebre Krüger National Park) e India (la reserva de Assamkaziranga). A finales del siglo XIX en Francia se protegieron los bosques de Fontainebleau, por una acción de los pintores naturalistas de la escuela de Barbizon.