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El cruce la cordillera de los Andes por el Ejército Libertador (1817)

Tras la derrota de los patriotas en Rancagua en octubre de 1814, las tropas chilenas emigraron hacia Argentina por el paso de Uspallanta. Al llegar a Mendoza, Bernardo O'Higgins Riquelme (1778-1842) y José de San Martín (1778-1850) organizaron el Ejército Libertador de Los Andes, que tuvo como finalidad liberar Chile del gobierno español para luego preparar el avance hacia Perú, para derrocar a las fuerzas del virrey. Luego de tres largos años de preparativos, ambos lideraron las tropas que realizaron el cruce de la cordillera de los Andes, con el fin de enfrentar al ejército realista por diferentes flancos entre Copiapó y Talca, gesta que ha sido descrita como el plan que "excedió al del gran Napoleón en su memorable campaña de los Alpes, y al de Aníbal antes que Bonaparte" (Espejo, Jerónimo. Crónica histórica de las operaciones del Ejercito de los Andes para la restauración de Chile en 1817. Buenos Aires: Impr. y Libr. de Mayo, 1882, p. 550).

Tanto José Miguel Carrera (1785-1821) como Bernardo O´Higgins fueron los primeros en plantear el cruce de los Andes como una posible estrategia militar, el primero en una carta enviada al gobierno de Buenos Aires en 1815 y el segundo en un detallado plan para derrotar al gobierno español escrito en 1816, coincidiendo ambos en que los pasos cordilleranos de los territorios de Atacama, Coquimbo y Aconcagua eran fundamentales para dicha tarea (Espejo, p. 327). Sin embargo, el plan de O´Higgins se diferenció al plantear también la necesidad de llevar a cabo el cruce por la zona sur del país, principalmente por las "murallas de los Andes" de Concepción y Talca, donde se debía ganar la confianza de los mapuche de la zona o "indios pehuenches y demás habitantes de la parte oriental de la cordillera" quienes, según él, ayudarían en el proceso a cambio de acuerdos políticos y comerciales que mantuvieran la autonomía de sus comunidades (Archivo de don Bernardo O´Higgins, Tomo VII. Santiago: Editorial Nascimento,1950, p. 65-66).

Ambos planes influyeron directamente en el pensamiento del general San Martín, quien tenía conocimiento del antiguo "Plan Maitland", propuesto en 1800 por el teniente general del Ejército británico Thomas Maitland (1759-1824), el que planteó, para beneficio de Gran Bretaña, atacar y tomar posesión de Buenos Aires, cruzar la cordillera hacia Chile y controlar la política local, para luego avanzar por mar hacia el Perú (Terragno, Rodolfo. Maitland y San Martín. Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 2001). En abril de 1816, San Martín solicitó recursos al gobierno de Buenos Aires para levantar fortalezas en los pasos de Los Patos, Uspallata y El Portillo, con el fin de defender el campamento militar de Mendoza y dar seguridad a las tropas durante el viaje. Posteriormente, tomó la decisión de cruzar la cordillera por los pasos de Come Caballos al norte de Huasco, en Guana y Los Patos al suroeste de Ovalle, Uspallata frente al valle del Aconcagua, Portillo de Los Piuquenes al sur de Santiago y El Planchón al norte de Talca. Estos seis pasos cordilleranos fueron explorados previamente por una comisión de ingenieros del ejército para inspeccionar las quebradas, los valles adyacentes a cada uno de ellos con sus respectivos pueblos y recursos, sus manantiales, arroyos y ríos, junto con el reconocimiento de los caminos utilizados por traficantes y arrieros, con la finalidad de encontrar los mejores lugares para transitar y sorprender al ejército español (Espejo, p. 403-405).

Sin embargo, el camino no fue fácil y las pérdidas cuantiosas. Fueron muchos los enfermos que cayeron durante el cruce, volviendo a los puntos de partida en Cuyo, a lo que se sumó también las muertes por frio o enfrentamientos con el enemigo, junto con una alta deserción. Del mismo modo, muchos de los animales utilizados para trasladar a los soldados y sus pertrechos perecieron tras algunos días de ascenso. De las 9.821 mulas y los 1.600 caballos que salieron desde Mendoza, llegaron a Santiago solo 4.330 mulas y 500 caballos. En ese sentido, lo agreste y empinado de los caminos, junto con la falta de víveres, agua, ropa de abrigo y otros enceres, además de lo duro del clima de altura terminaron por mermar al Ejército Libertado (Bertling, Hans. Estudios sobre el paso de la Cordillera de los Andes. Santiago: Talleres de la 3a. Sub-Sección del Estado Mayor Jeneral, 1902, pp. 150-152).

O´Higgins, quien se encontraba en el Paso del Espinacito a mediados de febrero, escribió en una de sus cartas a San Martín que lo difícil del camino cordillerano lo mantuvo bastante retrasado puesto que "las cargas de esta división, obstruyendo los desfiladeros por donde debían pasar los cuerpos de mi mando (…) de manera que entrada la noche me vi en riesgo de que la tropa por el frio intensísimo que experimentamos en el día de ayer, sufriesen algún contraste sensible e importante", situación que remedió entregando comida y vino a los hombres a su cargo (Bertling, Hans. Documentos históricos referentes al paso de los Andes efectuado en 1817. Concepción: Litografía e Imprenta "Concepción", 1908, p. 11).

Tras el término de la tarea de llevar a las tropas por las cumbres de los Andes, San Martín escribió desde la ciudad de San Felipe al gobierno de Buenos Aires señalando que "dígnese Vuestra Excelencia figurarse la mole de un ejército, moviéndose con los embarazosos bagajes de subsistencia para casi un mes, armamento, municiones y demás adherentes por un camino de cien leguas, cruzado de eminencias escarpadas, desfiladeros, travesías, profundas angosturas, cortado por cuatro cordilleras; en fin lo fragoso del piso se disputa con la rigidez del temperamento. Tal es el camino de los Patos, que hemos traído" (Bertling, p. 125).

El paso de la cordillera de los Andes por el Ejército Libertador significó el triunfo de los patriotas, principalmente por la estrategia de sorprender a los españoles por diferentes partes del territorio y ocupar las capitales de provincia rápidamente, así como por el financiemiento entregado por mendocinos y chilenos. El avance patriota se consolidó, finalmente, en las batallas de Chacabuco y Maipú. Significó también la conslidación del gobierno chileno en Santiago y la formación de la Escuadra Nacional que fue utilizada para continuar con el proceso independentista en el Perú.