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Viajes

La itinerancia marcó la vida de Violeta Parra. Su constante ir y venir por Chile y el mundo, implicó una notable recopilación del alma nacional y la divulgación de ésta, principalmente a través de la forma musical. Si bien en su infancia sus viajes fueron circunstanciales, en su edad adulta éstos respondieron a un objetivo claro: el recopilar y enseñar la cultura popular chilena al resto del mundo.

Independiente de que, por distintas circunstancias, haya vivido en San Carlos, Chillán, Lautaro, Santiago o Valparaíso, los viajes en función de su labor de recopiladora los inició alrededor del año 1953, recorriendo poblaciones y campos aledaños a Santiago.

El 3 de julio de 1955 partió a Varsovia invitada al Festival de la Juventud, vinculado al Partido Comunista. Haciendo una escala inicial en Buenos Aires, llegó a la capital europea el 31 de julio para presentarse en el evento junto a otros artistas chilenos como el grupo Cuncumén y los hermanos Héctor y Humberto Duvauchelles. En dicho viaje se le anunció la muerte de su hija menor, Rosita Clara, evento que la llevó a un profundo ensimismamiento y a tomar la decisión de visitar otros lugares del mundo. Fue así como se trasladó a Viena para recalar finalmente en París, ciudad donde cantó principalmente en el local L'Escale, realizó grabaciones para la Fonoteca Nacional de la Universidad La Sorbonne , y grabó un disco para el sello Chants du Monde titulado Cantos de Chile. En el intertanto visitó Londres, donde realizó grabaciones y presentaciones en televisión.

En 1956 volvió a Santiago de Chile, para trasladarse el año siguiente a Concepción donde fue contratada por la universidad local para que recopilara canciones y costumbres de la zona. En ese contexto fundó el Museo Nacional del Arte Folclórico Chileno, el 22 de enero de 1958. El año siguiente recorrió Chiloé, ejerciendo una notable recopilación junto a los investigadores Héctor Pavez y Gabriela Pizarro. El producto se reflejó en la obra La celebración de la minga, que se exhibió en el Teatro Municipal de Santiago.

A comienzos de 1962 partió a Buenos Aires, donde realizó presentaciones en televisión y en el Teatro popular Israelita. En dicha ciudad le anunciaron que estaba invitada nuevamente al Festival de las Juventudes, que se realizaría esta vez en Helsinki. Junto a sus hijos Angel e Isabel, su nieta Tita y su amado Gilbert Favre partieron desde dicha ciudad en mayo de 1962. Esta vez, Violeta recorrería Unión Soviética y Alemania, para luego instalarse nuevamente en París, donde expuso en el museo Louvre y realizó numerosas presentaciones en L'Escale. Regresó definitivamente a Chile en agosto de 1965.