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Una invisible comparsa

"Un libro de memorias, inevitablemente ficticio que permite convertirme en eso que decía Edith Wharton: 'un espectador, un divertido y apartado observador de la inmensa, confusa diversidad del espectáculo de la vida'. Allí, buscando la línea de salida -y no la de flotación- me gustaría no ser gárrulo, modificando a mi amaño las cosas que he vivido y las noticias de la gente que he conocido".

Una invisible comparsa, publicado por Alfonso Calderón en 1988 y patrocinado por la Embajada de Francia, el Ministerio de Asuntos Extranjeros de ese país y el Instituto Chileno-Francés de Cultura de Santiago; reúne crónicas escritas por el autor en su estada en París. A lo largo de sus páginas, se narran inagotables anécdotas, recuerdos y numerosos datos históricos, así como constantes referencias a novelas, a otros cronistas, personajes, situaciones, épocas y lugares que originan interesantes y personales reflexiones acerca de la cultura. El autor despliega el ojo de un viajero documentado, capaz de relacionar los objetos y su origen, las obras con sus autores, ejerciendo un modo especialísimo de contar las historias.

El propio autor presenta esta obra diciendo: "Es éste un conjunto de notas de viaje que pretende mostrar, con los matices menos borrosos, una idea de París. No es fruto del exceso, de la sobre abundancia, ni de una injuria, o hybris, lanzada sobre el lector. Hay aquí un ánimo de modular, yendo de un sonido a otro, entre comillas y 'líneas silenciosas', en el curso de una empresa que me atrevería a considerar lacónica (...) De París, por cierto, se salta a una Francia vista a saltos. Trato de escuchar, como quería Karl Krauss, 'los rumores del día' a fin de reputarlos como 'acordes de la eternidad'. La alegría que me produce lo fragmentario halla aquí su epifanía, porque en ello logro manifestarme plenamente. Este libro es, también, una puerta abierta. No suelo poner candados. Séneca decía que ellos atraen a los ladrones".

Es así que este volumen de crónicas remiten a referencias históricas, el recuerdo de escritores, el trozo de una memorable novela, una pintura de Gaugin y la visita a museos. Calderón navega por las calles y paseos parisinos conduciendo al lector en esta aventura, compartiendo no sólo una idea de París, sino también entregando un panorama de la ciudad y de todo el insustituible y particular papel histórico de sus gentes y lugares, en el pensamiento y cultura occidental.