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Primeros asentamientos

Hacia el 8.000 a.C la población mantuvo un sostenido crecimiento en el Norte Chico. Durante este periodo, conocido como Arcaico, la población de la zona se caracterizó por el desarrollo de una economía de depredación que paulatinamente fue transitando hacia la crianza y pastoreo de auquénidos como la vicuña y el guanaco, presas predilectas de los pueblos terrestres.

La constante migración estacional de la fauna que iban de tierras bajas hacia los valles cordilleranos motivaron a los distintos pueblos a mantener una movilidad trashumántica, siguiendo las rutas de la fauna y, con ello, aprovechando de mejor forma los recursos a su alcance.

A comienzos del siglo III a.C se manifestaron los primeros grandes movimientos de población desde la Amazonia hacia el altiplano, enriqueciendo el flujo de movilidad que la trashumancia había mantenido hasta ese momento.

Por los pasos cordilleranos penetraron nuevas culturas trayendo consigo una serie de aportes como la ganadería, además del cultivo intensivo de maíz, cereales y porotos. Esta población se incorporó a las sociedades trashumánticas del Norte y generó un desarrollo paralelo entre sociedades que adoptaron un modo semisedentario frente aquellas que mantuvieron un pastoreo tradicional, así como las actividades de caza y recolección.

Una de las primeras sociedades agroganaderas del Norte Chico fue el complejo El Molle, el Complejo cultural Las Ánimas y la cultura Copiapó que luego derivarían en la Cultura Diaguita que inició un paulatino proceso de sedentarización.