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Influencia británica en el comercio de Valparaíso

A pesar de que la presencia británica en el Océano Pacífico, y en las costas de Chile en específico, fue de carácter permanente durante los siglos de coloniaje y los intercambios comerciales tuvieron periodos de auge e intermitencia, fue solo en la década de 1820 cuando se formó una verdadera comunidad de comerciantes británicos en los puertos nacionales, específicamente en el puerto de Valparaíso, favorecido por la consolidación de la independencia nacional, el decreto del libre comercio y la preferencia de la elite nacional por crear relaciones diplomáticas, políticas y comerciales con Gran Bretaña, principal imperio europeo del siglo XIX.

Los primeros en sumarse a la migración y asentarse en el puerto fueron comerciantes, contrabandistas, consignatarios e intermediarios que aprovecharon la oportunidad económica que les generó la apertura comercial de las primeras décadas de desarrollo republicano (1820-1850) y generaron estrechas relaciones con las familias de empresarios agricultores, comerciantes y las incipientes fortunas mineras del Norte Chico.

Posteriormente, entre 1850 y 1870 aparecieron familias británicas vinculadas al ámbito bancario y de las finanzas, estrechando aún más los lazos con el empresariado nacional, ya sea a través del parentesco con las segundas y terceras generaciones de británicos avecindados en el puerto o a través de relaciones comerciales, ya que esas instituciones financieras prestaron el capital para el desarrollo industrial del país.

La inserción de ciudadanos británicos en el comercio porteño se dio a partir de variantes como la inversión de capital privado; la fundación de casas comerciales con domicilio en Valparaíso, Londres y Liverpool; la creación de fábricas e industrias destinadas a la producción de bienes de consumo y maquinarias; y finalmente la fundación de bancos, cajas de crédito, cooperativas de ahorro y otras instituciones de carácter financiero. Todos estos empresarios y sus familias fueron el reemplazo directo de la antigua elite comercial y financiera española. Destacaron nombres como Frederick Huth (1777-1864), la familia Gibbs, Josué Waddington (1792-1876), Edmund Eastman (1810 - 1875), George Edwards (1780-1848), George Lyon (1803 - 1866), William Wheelwright (1798-1873), entre muchos otros (Cavieres, Eduardo. Comercio chileno y comerciantes ingleses, 1820-1880. Un ciclo de historia económica. Santiago: Editorial Universitaria, 1999).

En el ámbito social, la comunidad británica fundó escuelas, clubes sociales, clubes deportivos, cafés y restaurantes, logias, teatros, periódicos y todo tipo de organización destinada a mantener la cultura y el estilo de vida inglés en territorio chileno.

Con el poder de la comunidad británica en Valparaíso, capital comercial del país, estos influyeron activamente desde 1830 en la legislación concerniente al ámbito monetario, comercial y financiero. Así, en 1832 se promulgó la primera ley monetaria del país que establecía las condiciones para la comprar de metal precioso para la acuñación de monedas que favorecieran el intercambio en el puerto y el envío de dinero a bancos fuera del territorio nacional, principalmente Gran Bretaña.

La promulgación de la ley que creó la Caja de Crédito Hipotecario en 1855 permitió también la creación de sociedades anónimas, mecanismo a través del cual los empresarios británicos consolidaron sus negocios en el puerto. Mismo caso para la Ley de Bancos de 1860, que permitió el establecimiento de bancos de emisión y que los facultó para emitir papel moneda o billetes. Otro ámbito de influencia de la comunidad británica fue la comisión encargada de modificar la reforma aduanera de 1864, en la que participaron gran parte de las principales fortunas británicas avecindadas en Valparaíso.

Con todo esto, la presencia británica ayudó a crear un nuevo sistema financiero y mercantil en el territorio nacional, basado en la experiencia previa de los empresarios que ayudaron a formar el imperio británico de ultramar. Además, los productos extranjeros comerciados en el puerto de Valparaíso fueron en su mayoría traídos de territorios en que el propio Imperio Británico tenía influencia: productos manufacturados desde las zonas industriales de Inglaterra; materias primas y productos exóticos desde África, Japón, China, India, las islas del Caribe y Australia, siendo este último uno de los principales consumidores de cereales chilenos.

La comunidad británica tuvo una importante presencia también en el ordenamiento espacial y material del puerto, tanto en su infraestructura urbana como en su funcionamiento administrativo. La mayoría de los edificios administrativos y comerciales cercanos al puerto, la infraestructura vial, portuaria y su posterior ampliación, la llegada del telégrafo, el teléfono y el alumbrado público fueron obras construidas bajo el alero de la iniciativa y aportes británicos, en conjunto con la acción estatal.

Por otra parte, la unificación de las medidas, por ejemplo, fue de gran importancia para la homologación del peso y medida de las cargas de los barcos que hacían importaciones y exportaciones, lo que se tradujo a la traslación del sistema de pesos y medidas británico al puerto de Valparaíso y al resto de los puertos del país.

La influencia británica se dejó sentir también en el área intelectual. En el ámbito de la economía, intelectuales como Agustín Ross Edward (1852-1897) y Zorobabel Rodríguez (1849-1901) se vieron influenciados por la política económica y monetaria de los ingleses; en la educación comercial, por ejemplo, Fanor Velasco (1843-1907) tradujo la obra Económica de Comercio, del historiador británico Henry de Beltgens Gibbins. Mientras que en el ámbito de la historiografía, Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886) dedicó algunos de sus libros a exponer sobre la vida de la comunidad británica en Chile y en específico en Valparaíso, desde la época colonial hasta el siglo XIX.

Esta influencia británica se mantuvo hasta la década de 1920, cuando comenzó a tener mayor preponderancia el comercio y finanzas norteamericanos en la economía nacional. En 1925, en el contexto de la visita a Chile de Eduardo, Príncipe de Gales, el gobierno de Arturo Alessandri Palma (1868-1950) le dedicó la publicación del texto El esfuerzo británico en Valparaíso y álbum de Chile: 1925, en el que se destacó la historia de la comunidad británica en Chile y su influencia en el desarrollo de la República, sobre todo sus obras en Valparaíso, principal ciudad de asentamiento de los ciudadanos de esa nación.

Al respecto, el texto expuso que "Valparaíso es, de entre todas las ciudades de Chile, la que ha recibido el más gran porcentaje de esfuerzo de los británicos que han venido a nuestra patria. Este ha sido el centro de todas sus actividades en la sociedad, las finanzas, la banca, el comercio, la industria, el deporte, etc. (…) Las instituciones británicas de este puerto tienen una solidez acrisolada. En ellas se han moldeado los componentes de una generación que lleva en su sangre una incontenible fuerza progresista y que forma parte de la base social y financiera sobre la cual descansa el país. Cada ciudadano británico realiza aquí una labor grande de impulso a las actividades sociales, comerciales, industriales, deportivas, etc. La influencia que han ejercido los británicos en Valparaíso, con su espíritu reposado y sereno, propio de su cultura legendaria, ha dado como resultado el carácter cosmopolita y progresista del puerto. Valparaíso, la vanguardia comercial e industrial de Chile, presenta pues, en "El esfuerzo británico en Valparaíso" una reseña de todas las instituciones británicas que desarrollan aquí sus actividades, con sus ramificaciones en el país y el extranjero" (Gobierno de Chile. El esfuerzo británico en Valparaíso y álbum de Chile: 1925. Valparaíso: Editores R.V. y V., 1925, p. 16).