Subir

Graves daños a la ciudad

No obstante su incremento demográfico y los adelantos en su equipamiento urbano, a mediados del siglo XVIII Santiago aun no podía permanecer indiferente ante los riesgos naturales.

"Tiene esta ciudad de propios y rentas anuales: dos mil noventa y seis pesos tres y medio reales (...) y cuasi no quedaba nada para obras públicas de ella, por lo que se experimentaba graves faltas en los reparos de río, calles y puentes (...) la gran toma de agua que se intenta en el río Maipo, distante de esta ciudad ocho leguas por altura y muy cerca de doce, por los tornos y vueltas de su terreno, para con ella fertilizar sus campañas, inmediatas chácaras y huertas, de que se reconoce gran falta para el común abasto en el río Mapocho de esta ciudad, con quien se ha de unir, cuyos caudales no alcanzan para el riego necesario; o por declinación de las aguas, con que concurría en tiempo antiguo, o por disminución de las que le sacan, aumentadas cada día más con la gente que se multiplica en esta ciudad, sus cercanías y ribera de río. Obra que verdaderamente es muy necesaria, así por las razones dichas, como porque mejorando sus corrientes y raudales, con la sanidad, igualdad de ellas lograrán sus moradores de mejor salud, por ser aventajada a la que usan de dicho río. Por lo que rinden muchas gracias al vuestro actual gobernador que hecho cargo de la precisión de esta obra y cuán importante y necesaria es (...)

En esta disposición se halla hoy esta ciudad y su Obispado, lleno de gustos y alegría, en contemplación de estos favores y sus ascensos, y en el que le pone y adelanta el vuestro actual gobernador con las fundaciones de las siete villas en cinco partidos de él, que con tanta facilidad (aunque industriosamente ) está poblando y erigiendo a un tiempo; donde se mira y debe notarse, que lo que a sus antecesores les fue de imposible adelantar o intentar la formación de una sola población, en la ocasión y coyuntura presente se vean tantas a un tiempo, levantándose y construyéndose, lográndose con tanto acierto de la influencia dicha, del ministro que lo dirige, o que el cultivo en sus moradores y patricios (...)

Tiene de jurisdicción este corregimiento, desde la cuesta de Chacabuco que se deslinda con el corregimiento de Aconcagua hasta el río Maipo que se aparta del de Rancagua, norte-sur veinte leguas de largo y de oriente a poniente, desde la cuesta de Prado, que se divide con el de Quillota y Melipilla, haciendole raya y división hasta la Cordillera Real de los Andes, y sus faldas once leguas, pero se internan sus jurisdicciones en la misma Real Cordillera, hasta que sus cimas y puertos, la dividen de la jurisdicción y corregimiento de Mendoza, de la otra banda de la cordillera, por cuyo motivo se debe contar con sus montañas y cuestas, más de cuarenta leguas de jurisdicción en ella; sin embargo estar despoblada e inhabitada en todos sus senos, valles, alturas y potreros de que se compone. En cuyo medio de tierras está fundada esta ciudad muy hermosa a la vista, alegre, deleitosa y espaciosa, por la muchedumbre de huertas, árboles, frutas y flores que dentro de sus casas, permiten sus solares. Tiene de norte a sur catorce cuadras de ciento y cincuenta varas cada una; sus calles de doce varas de ancho; y de oriente a poniente veinte y seis cuadras, con el mismo espacio de calles, que multiplicadas por cuatro solares, cada cuadra componen y comprende un mil cuatrocientos cincuenta y seis solares, ocupados en su vecindario, así enteros como medios, tercios y cuartos, en que se incluyen los conventos, monasterios y colegios de religiosos; todos edificios cubiertos de tejas, con mucha capacidad y gracia, y adornados de alegres pinturas, que recrean la vista por dentro y fuera; costosos en sus adornos y en la arquitectura de fábricas, en puertas y ventanas, de maderas exquisitas y obra primorosa. Báñala por el costado y banda del norte, el río de Mapocho, de donde sale una gran toma de agua; que repartida en todos sus solares, fertilizan sus jardines y huertas. Y logran de aseo sus viviendas y oficinas, defiende la predominación de sus raudales y avenidas que suele traer el verano, cuando se derrite la nieve de la cordillera, donde nace, un tajamar que la guarece por la cabecera y sigue hasta cerca de su puente, que tiene como dos cuadras de largo, y da paso al convento de Recoletos Descalzos y a un lugar o barrio que llaman de la Chimba, situado a las márgenes de su ribera, el cual tiene de largo de oriente a poniente diez y ocho cuadras, y cinco de ancho, de diferentes casas, ranchos y algunas quintas que hay en ella, sacándole para su fertilidad y abundancia de frutas y flores, el agua que necesitan sus moradores, por lo que es este paraje muy frondoso como los demás que logran este beneficio en esta ciudad y su Reino.

(...) es su cielo hermoso y tierra abundante de todo(...)proveen de todo comestible a su capital y abunda en pan, vinos, menestras, hortalizas, frutas de todas layas, almendras, nueces y demás carnes, aves caseras y silvestres, perdices, patos, zorzales y otras diversidades de cazas que copiosamente abunda en ella(...).

Coséchanse trigos, legumbres, cebada, menestras, vinos y demás, cuanto alcanza para el abasto de su ciudad y alrededores de su jurisdicción, entrantes y salientes de campaña, mercaderes de Lima, Buenos Aires y demás ciudades (...).

La falta de Charqui, grasa, sebo para su consumo y madera para sus edificios en su jurisdicción y se lo traen abundantísimamente de las cercanías de sus partidos (...).

Tiene en su jurisdicción tres asientos de minas de oros: en Tiltil, Lampa y Caren, de cortos beneficios, pero lo suficientes para la permanencia en el trabajo de sus mineros y duración de ellas."

Fernández Campino, José. Relación del Obispado de Santiago. Santiago: Editorial Universitaria, Santiago, 1981, 1ª edición 1739, pp. 67-75.