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Sindicalismo obrero

Las condiciones de vida de los trabajadores mineros de Lota y Coronel durante el siglo XIX eran poco menos que inhumanas: hacinamiento y falta de viviendas adecuadas, condiciones de trabajo inseguras y con alta incidencia de accidentes laborales, pésimas condiciones de higiene y alta mortalidad derivada de la silicosis, producto del polvo que respiraban los mineros. Todo ello, unido al arbitrario sistema de pago en fichas que eran cambiadas en las pulperías de la Compañía por alimentos y productos de consumo básico, hicieron que tempranamente los mineros se organizaran exigiendo mejores salarios y mínimas condiciones de trabajo a los empresarios del carbón.

En 1854, se inició la primera rebelión obrera en Lota, seguida en 1859 por un nuevo movimiento de protesta de los mineros. Sin embargo, fue en las primeras décadas del siglo XX cuando se forman las Sociedades de Socorros Mutuos, organizándose en 1926 el primer sindicato de trabajadores de Lota y Coronel.

En 1920 se inició una huelga general de todos los yacimientos carboníferos del golfo de Arauco que, a pesar de la fuerte represión gubernamental, obligó a la Compañía de Lota y Coronel a considerar algunas de las demandas de los trabajadores mineros y a desarrollar un plan de beneficios sociales. Durante todo el siglo XX los sindicatos mineros de Lota y Coronel fueron los más combativos del país, presionando por nuevas demandas y ocasionando sucesivas huelgas y movimientos de protesta. En diciembre de 1970, y tomando en consideración el largo historial de lucha obrera presente en Lota y Coronel, el presidente Salvador Allende estatizó las minas de carbón a sólo un mes de haber asumido el mandato del país. En 1979 los mineros volvieron a protestar ante los planes de reducción de personal y cierre de algunas minas, manteniendo una conflictiva relación con el régimen militar y posteriormente con los gobiernos de la Concertación, quienes llevaron a cabo el cierre definitivo de todos los yacimientos carboníferos de la región.