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Colonización

En este período se originaron formas de apropiación de tierras fiscales indebidas y perniciosas para la conservación de los bosques del país. Un informe del Inspector de Reservas y Parques Nacionales, Víctor Bianchi, denunciaba que aprovechando la posibilidad de radicación que el Estado ofrecía a los colonos, las firmas madereras instigaban a grupos de personas para que ocupasen indebidamente terrenos forestales fiscales en que había especies arbóreas de calidad, tales como raulí y roble; luego les hacían pedir títulos gratuitos anticipándoles dinero para asegurarse la venta de los derechos que los colonos pudiesen adquirir. Los colonos sabían de antemano que no podían vivir en los terrenos forestales que solicitaban como agrícolas, pero sabían, al mismo tiempo, que las firmas madereras les pagaban por prestarse para sustraer del dominio del Estado bosques de apreciable valor. En la práctica el Departamento de Bosques se veía en serias dificultades cuando trataba de expulsar a las numerosas familias que se asentaban en esos suelos y que habían realizado algunas mejoras con los dineros que les anticipaban las firmas explotadoras de madera. De este modo, presionado por las consecuencias sociales negativas que se producirían con los lanzamientos colectivos de las familias ocupantes, el Ministerio de Tierras y Colonización se veía obligado a otorgar títulos gratuitos de dominio en terrenos que no eran aptos para la agricultura. Cuando tal beneficio hacía salir del dominio fiscal la propiedad de esos suelos las firmas compraban los derechos adquiridos por los colonos. Después de terminada la operación los explotadores de maderas ocupaban a los mismos colonos para repetir el experimento en otros suelos fiscales. De este modo, las firmas madereras se fueron apoderando de los bosques de mejor calidad que tiene el país y los explotaron considerando sólo el lucro de sus intereses, sin importarles la repoblación del bosque ni menos la conservación de las especies forestales de alto precio.