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Artículos sobre pintura y escultura en Pluma y Lápiz (1912)

Durante las últimas décadas del siglo XIX, "se hicieron esfuerzos por encauzar la pintura y la escultura por la senda del perfeccionamiento técnico y temático, teniendo como parámetro el gusto o modelo europeo". Entre estos esfuerzos, se hallan la fundación de la Academia de Pintura y Escultura, los salones oficiales "para posibilitar una competencia entre los artistas; las becas al extranjero, para quienes parecían más dotados y no podían enfrentar los gastos por sí mismos; la fundación de sociedades y espacios destinados a la conservación y difusión de las actividades artísticas" (Castillo, Ramón. "El modelo europeo: crónica de una ilusión". 1900-1950: modelo y representación. Santiago de Chile: Museo Nacional de Bellas Artes, 2000, p. 31).

En 1910, con motivo del centenario, se realizó la Exposición Internacional con la que "se consolida el Modelo Europeo, dando cabida solamente a lo que se ceñía a los moldes de la Academia, sin avizorar las problemáticas que enfrentaría la plástica en los próximos años, tanto por el descubrimiento de nuevos motivos, como por la emergencia de nuevas conceptualizaciones al interior de su propio lenguaje" (Castillo, p. 31).

Pluma y Lápiz se publicó en 1912 cuando tal tradición estética se encontraba vigente y era promovida por la institucionalidad, aunque al mismo tiempo estaba siendo cuestionada por algunos artistas, como los pertenecientes al Grupo Centenario, quienes plantearon "una primera ruptura con el modelo europeo del siglo XIX" (Castillo, p. 34).

La revista dedicó varios artículos a la difusión de la obra de pintores y escultores, así como también a las exhibiciones pictóricas que se realizaron en Chile. Desde su tercer número, comenzó a integrar bajo su encabezado la frase "Semanario de Artes", texto que mantuvo hasta su última edición y que daba cuenta de la orientación de la revista, que buscaba ser un espacio de difusión para la "moderna generación de artistas chilenos" ("Nuestra revista". Pluma y Lápiz. Número 1, 19 julio 1912, p. 1).

En específico, la revista publicó entrevistas a artistas chilenos realizadas por Martín Escobar (1886-1920), primer redactor de Pluma y Lápiz (1912) y quien también colaboró en otros medios como Zig-Zag (1905-1964) y Pacífico Magazine (1913-1921) (Luco, Germán. "Tres hombres tristes". Atenea. Año III. Número 2, 30 abril 1926, p. 141). Escobar entrevistó al pintor Benito Rebolledo (1880-1964) y el escultor Simón González (1859-1919), a quienes visitó en sus talleres y a partir de esta instancia se refirió a sus obras más recientes.

En el artículo sobre Benito Rebolledo, Martín Escobar lo llamó "un pintor rebelde" en relación con su preferencia artística más autónoma respecto a la práctica de la pintura, inclinación que ya estaba presente desde su paso por la Academia de Bellas Artes: "El discípulo no quería o no podía ver el color y la línea a través de la retina de los maestros. La luz tamizada y falsa del taller lo desesperaba, le despertaba sensaciones diferentes en su cerebro y para marchar solo por la naturaleza no le hacían falta lazarillos que lo llevaran de la mano. 'Dejadme solo, -exclamaba- yo también tengo dos ojos y no necesito guías...' y abandonando la Academia, en los ratos que le dejaba libre su oficio de pintor de liso o de brocha gorda, se marchaba a la campiña con los ojos del rostro y del alma bien abiertos, sin más compañía que la fe en su talento artístico" (Escobar, Martín. "Por los talleres. Un pintor rebelde. Benito Rebolledo Correa". Pluma y Lápiz. Número 1, 19 julio 1912, p. 12).

También Pluma y Lápiz difundió en sus páginas las exposiciones de arte recientes. Por ejemplo, se publicó el texto "En el centro de Bellas Artes", en el cual se daba cuenta de una exposición artística realizada en Santiago. En esta instancia, se presentaron obras de los alumnos de la Escuela de Bellas Artes, de quienes se destacaba un trabajo artístico acorde al gusto académico: "No puede negarse que una impresión alentadora sugiere al ánimo la vigorosa generación de pintores que se inician. Se ve trabajo, trabajo hecho, hermosa realidad y buen gusto, sobre todo buen gusto. Ningún cuadro hace torcer el gesto con una mueca de disgusto ante una exageración de realidad o ante un dote de color vaciado sin pensamiento preconcebido sobre la tela blanca. Hay un cuidado del dibujo, una proporción de formas y, sobre todo, una intención eminentemente intelectual. Se comprende y se explica claramente esta tendencia en los jóvenes pintores novísimos" (M. L. "En el centro de Bellas Artes". Pluma y Lápiz. Número 4, p. 14).

En Pluma y Lápiz aparecieron no solamente textos referidos a artistas nacionales, también se publicaron artículos acerca de artistas extranjeros contemporáneos, en los que se presentaba su trayectoria y se hacían comentarios acerca de sus obras más recientes, como fue el caso del pintor Joaquín Sorolla Bastida (1863-1923) y el escultor argentino Zonza Briano (1886-1941).