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Antepasados míticos

De acuerdo a la mitología selk'nam y haush, en el tiempo de los inicios sólo estaban la tierra yerma y plana; y el cielo transparente, ausente del sol y las estrellas.

Desde el cielo del este -Pemáukel- llegó Kenós, quien caminó por la tierra plana y comenzó a dar forma al relieve del mundo. Él creó a los primeros hombres a partir de terrones de tierra que plantó en el suelo, y luego les enseñó las normas sociales.

Los hombres creados por Kenós, antepasados míticos (hoowin) de los selk'nam, vivían una vida en que la comida estaba al alcance de todos en abundancia y en la que no existía la muerte. De acuerdo a la tradición selk'nam, los antepasados hoowin se convirtieron posteriormente en animales, estrellas y accidentes geográficos. Los selk'nam los identificaban con uno de los cuatro cielos -sho'on- en que dividían el mundo, y al mismo tiempo con determinados territorios -haruwen- en los que vivían grupos de parentesco.

De los antepasados hoowin los más recordados por los selk'nam eran: Chénuke, poderoso chamán que resucitaba a los hombres luego del sueño de la muerte; Kwanyip, otro chamán muy poderoso que distribuyó el día y la noche, mató al gigante Cháskels y trajo la muerte al mundo; Taiyin, quien con su honda separó Tierra del Fuego del continente; K'aux, antepasado mítico que distribuyó la tierra entre los hombres; y Kokpónek, quien creó el canto chamánico.

Mención aparte merece el mito de Krren y Kreeh, el sol y luna, que explica el origen de la ceremonia del Hain y el reemplazo del matriarcado por el patriarcado. De acuerdo al mito, en el tiempo de los hoowin las mujeres, lideradas por Luna, dominaban a los hombres, disfrazándose de espítritus para aterrorizarlos y mantener el control sobre ellos. Un día, Sol descubrió el secreto de las mujeres, y los hombres decidieron asesinarlas a todas, salvo a las niñas pequeñas que no conocían el secreto. Luna escapó a los cielos, en donde aún es perseguida por Sol. Desde entonces, los hombres implantaron la ceremonia del Hain, en donde disfrazados de espíritus someten a las mujeres, al tiempo que transmiten el secreto a los jóvenes iniciados.