En nuestro continente, dentro de las múltiples posibilidades geográficas para ser poblado, la ruta terrestre Bering-Norte América ha sido la de mayor aceptación y difusión entre los científicos. No obstante, hacia el sur es perfectamente posible que las primeras exploraciones humanas utilizaran una ruta costera, tanto por el Océano Pacífico como por el Atlántico. Muchos de los sitios paleoindios debieran encontrarse, según piensan ciertos arqueólogos, sumergidos bajo el agua ya que la línea de costa actual ha avanzado cientos de metros debido al aumento del nivel del mar a partir del deshielo ocurrido al final del período Pleistocénico.

Por otra parte, existe la hipótesis de un poblamiento a través de las tierras altas andinas, aunque no existen evidencias estratigráficas de ello. Es probable que esta ausencia se deba más a una falta de estudios dirigidos que a la inexistencia de los mismos, ya que seguramente los actuales salares, entonces grandes espejos de agua rodeados de vegetación y fauna, pudieron albergar bandas cazadoras que migraban entre las tierras bajas y altas o simplemente pasaban en dirección a otros territorios. El fértil pasadizo de la depresión intermedia de Chile es, seguramente, otra ruta seguida por las manadas de grandes mamíferos y por donde ingresaron los primeros paleoindios dedicados a la caza de estas presas; así lo atestiguan los sitios de la laguna de Tagua-Tagua y más cerca de la costa, la quebrada de Quereo y Santa Julia. Monte Verde ejemplifica igualmente la ocupación longitudinal de los valles occidentales andinos del centro-sur de Chile, pero su singular ubicación entre estuarios, montañas, bosques y la costa, lo hacen un caso único en las rutas de poblamiento conocidas. En el caso de la Patagonia, los antecedentes son aún más tempranos del lado argentino, por ejemplo, aquellos de cueva Los Toldos que demuestran que hasta el extremo austral del continente recibió sucesivas oleadas de bandas cazadores terrestres, procedentes de la vertiente atlántica del continente.