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publicación de las cartas

El género epistolar supone un circuito de comunicación privado, íntimo entre dos interlocutores, resguardado por las leyes que penalizan la violación de correspondencia. En el acto de publicar cartas, esta regla tácita del género epistolar se rompe, produciendo una suplantación de los interlocutores que altera la recepción. En palabras de Leonidas Morales: "El destinatario inicial leía la carta dentro de un horizonte de expectativas bastante acotado, regido por un código de convenciones y complicidades implícitas impartidas con el emisor. El destinatario institucionalizado, en cambio, somete la lectura de la carta a otros códigos de desciframiento, más abiertos, independientes del saber del destinatario inicial, y ligados, en el caso del lector especializado, a determinados campos de prácticas de saber formal (sicológicos, sociológicos, antropológicos, literarios, etc)" (Morales, Cartas de amor y sujeto femenino en Chile, pp. 17-18).

Además, el proceso de publicación y edición ejerce otra modificación en la naturaleza genérica de las cartas. Si consideramos que la carta escribe sucesos, informa, pero por sobre todo escribe al narrador y su situación de enunciación, la sucesión de cartas, entonces, es el registro de un yo siempre en construcción. Esto permite distinguir -siguiendo la argumentación que Darcie Doll despliega en su artículo "La publicación de cartas: 'función editor' y receptor y recepción periodística de las cartas de amor de Gabriela Mistral"-, a un sujeto incardinado en el texto, que se expresa sin mediaciones en la esfera de lo privado. Sin embargo, el acto de publicación, que estampa un nombre en la portada, implica la puesta en escena del autor y su incorporación a/exposición en la esfera pública.

Por otro lado, la publicación introduce un nuevo sujeto, el editor o compilador, un profesional que selecciona, compila, organiza, prologa o, incluso, censura cartas para integrarlas a un orden establecido por él, ejerciendo el poder de filtrar y producir lecturas sobre el objeto. Doll llama a esta intervención función editor: "La 'autoría' de las cartas resultará en parte escamoteada por esta sobreimposición de otro discurso, y de un sujeto que asume la posición del autor. Si bien la opinión pública no duda en el nombre de la escribiente/autora de las cartas, éstas resultan intervenidas, sus sentidos intentan ser controlados" (p.184).