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Chilenos en París

En 1923, el joven escritor Alberto Rojas Jiménez partió junto a su amigo, el pintor Abelardo "Paschin" Bustamante, en un viaje no planificado hacia Europa. Sin mucho dinero y contando con dos boletos de tercera clase, los cuales "Paschin" había obtenido a cambio de un puesto en primera que el gobierno chileno le había otorgado, zarparon desde Valparaíso en un lujoso vapor de la Compañía Inglesa de Vapores. Ese fue el comienzo de seis años de andanzas por París, Alemania, Rusia y muchos otros países, en los cuales Rojas Jiménez se abrió a nuevas experiencias, se fue de copas con escritores extranjeros y chilenos, leyó y escribió y se interiorizó en la vanguardia literaria.

Son muchas las anécdotas que surgieron de ese largo viaje, producto de una intensa vida bohemia por las calles parisinas y otras tantas. Se cuenta que para poder sobrevivir, Rojas Jiménez y sus amigos a menudo disfrazaron sus identidades; así Magallanes Moure se presentaba como el creador del mapa mundial en relieve y "Paschin Bustamankoff", como el director de los bailes imperiales del Zar de Rusia. En efecto, Alberto Rojas Jiménez, vio desfilar por las ciudades europeas a una serie de intelectuales chilenos que llegaron a esos lugares con el objetivo de integrarse a la vida artística, aprender y darse a conocer. Las vivencias de esos muchos escritores, entre ellos Vicente Huidobro, fueron plasmados en su libro Chilenos en París, en el que se dejó constancia de una época literaria caracterizada por el viaje del escritor chileno a Europa.

París, la ciudad elegida por Alberto Rojas Jiménez para escribir sus artículos, fue el destino preferido por los intelectuales, por ser éste el lugar de la bohemia, el brillo y la vida nocturna: "Y es que en París el artista se siente en su medio. Los efluvios amorosos y la constante emanación intelectual de la gran ciudad son bien diferentes de la atmósfera de nata gris y pesada incomprensión del ambiente chileno". Rojas Jiménez como un cronista recogió las experiencias cotidianas de sus contemporáneos y regularmente envió a Chile artículos, los cuales fueron publicados en El Mercurio y La Nación. De esa manera, los escritores en Chile pudieron saber de sus amigos y recibir las novedades literarias mediante el estrecho vínculo de la escritura.

A su regreso al país, Alberto Rojas Jiménez reunió todos sus artículos y publicó Chilenos en París, evidenciando su nostalgia por dicha ciudad. En este libro, expresó el difícil retorno: "Nadie quiere tomar el barco de regreso. Todos quieren prolongar, afirmar la estada, que a pesar de la incertidumbre cotidiana, tiene para ellos el encanto de los buenos sueños".

La edición de este libro ya la había anticipado en su artículo titulado "Nosotros en París"; la necesidad de transmitir sus vivencias lo agobiaba. Por esto, apenas llegó a Chile de inmediato comenzó a relatar sus viajes y aventuras, sacó de los bolsillos sorpresas para los amigos y mostró los originales de su nuevo libro: Chilenos en París.