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Discurso del director de la Academia de Bellas Letras en la sesión del 26 de abril de 1873

Las reuniones de organización de la Academia de Bellas Letras se llevaron a cabo durante los meses de marzo y abril del año 1873, "con cincuenta hombres de letras". Estuvo influenciada por la filosofía positivista europea de autores como Auguste Comte (1798-1857) y Émile Littré (1801-1881), los que José Victorino Lastarria (1817-1888), director de la Academia, venía estudiando ya desde 1865 (Saldivia, Zenobio. "El positivismo y las ciencias en el período finisecular del Chile decimonónico". Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades. Año 13, número 25, 2011, p. 184).

Antes de la Academia de Bellas Letras, Lastarria había sido parte de otras agrupaciones literarias, como la Sociedad literaria de 1842 y el Círculo de Amigos de las Letras, que se mantuvo activo en un primer periodo entre mediados de 1859 y 1864 y, luego, durante un segundo periodo en 1869 (Oses, Darío. "La conversación literaria: un capítulo de la historia de la lectura en Chile. Salones, tertulias, ateneos, en Chile, en los siglos XIX y XX". Anales de Literatura Chilena. Año 13, número 17, 2012, p. 47).

En la sesión del 26 de abril de 1873, Lastarria -en su calidad de director de la Academia de Bellas Letras- realizó el discurso de inauguración, en el que hizo alusión a los propósitos de la agrupación y al camino para alcanzar tales fines.

Como objeto de la Academia, Lastarria señaló que esta buscaba satisfacer una necesidad social, que es el "cultivo del arte literario", el que identificaba -a grandes rasgos- con el conjunto de la producción intelectual: específicamente, las obras de ciencia, sociológicas y las obras literarias o "bella literatura". Este objeto de la Academia perseguía la "conformidad" de las obras científicas con "los hechos demostrados de un modo positivo"; y de las obras sociológicas y literarias, "su conformidad con las leyes del desarrollo de la naturaleza humana, que son Libertad y Progreso" (Lastarria, José Victorino. Revista de Santiago. Tomo 2, número 1, 1872-1873, p. 638).

Para Lastarria, la ciencia consistía sobre todo en el conocimiento de la "naturaleza humana": "Su doctrina, entonces, es una mezcla de contenidos idealistas y cientificistas, una postura híbrida en que reaparecen el liberalismo político y la concepción abstracta de la libertad, pero vestidos ahora con ropaje positivista" (Subercaseaux, Bernardo. "Liberalismo positivista y naturalismo en Chile (1865-1875)". Revista de Crítica Literaria Latinoamericana. Año 6, número 11, 1980, p. 12).

En este sentido, el objeto intelectual de la Academia de Bellas Letras tenía un propósito político por el cual "había logrado agrupar a viejos luchadores liberales": la defensa de la democracia republicana ante lo que se ha entendido como el avance del ultramontanismo en la política y la educación chilenas (Zea, Leopoldo. El pensamiento latinoamericano. Barcelona: Ariel, 1976, p. 236). Según Lastarria: "El estudio de las ciencias y de las letras en pueblos democráticos, como los americanos, no puede absolutamente tener otra base que la independencia del espíritu para investigar la verdad, independencia que constituye uno de los más preciosos derechos del hombre, de esos derechos o libertades que forman la esencia y la subsistencia de la democracia, porque sin afirmarlos ni practicarlos, ella no puede existir en ningún pueblo" (Lastarria, p. 638).