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Suscrición de la Academia de Bellas Letras a la estatua de Don Andrés Bello (1874)

En 1874, la Academia de Bellas Letras publicó el libro Suscrición de la Academia de Bellas Letras a la estatua de Don Andrés Bello. La obra se editó con el fin de reunir fondos para la realización de una estatua de mármol en honor de Andrés Bello (1781-1865), fallecido casi una década antes. El proyecto de publicación de este libro fue discutido por los miembros de la agrupación durante el primer año de existencia de la Academia, como parte de las iniciativas para "estimular los trabajos literarios". Así, en la memoria anual, se indicó que se esperaba que el volumen "sea el fruto de la cooperación de los académicos y visitadores" (Lastarria, José Victorino. "Sesión solemne del primer aniversario de la Academia de Bellas Letras, celebrada el 12 de abril de 1874". Recuerdos literarios. Santiago: Zig-Zag, 1968, p. 410).

La obra se editó a fines de 1874 y reunió textos de varios miembros de la Academia. En la "Introducción" del libro, se indicó que el volumen "no podía consagrarse sino a los objetos útiles, fecundos, variados aunque íntimamente relacionados entre sí, a que ella aparece consagrada" y que el libro estaba orientado a "rendir culto a las ciencias y a las letras americanas" (Matta, Manuel Antonio. "Introducción". Suscrición de la Academia de Bellas Letras a la estatua de Don Andrés Bello. Santiago: Imprenta de la Librería del Mercurio, 1874, p. V-VIII).

La mayoría de los textos del volumen se agruparon en cinco secciones: "Andrés Bello" reunió artículos relativos a la vida y obra del intelectual, entre los cuales apareció una biografía escrita por Miguel Luis Amunátegui (1828-1888), distinta a la que ya había publicado en Biografías de americanos (1854) y a la que con posterioridad publicó en Vida de don Andrés Bello (1882). Las secciones "Amigos y discípulos de Bello" y "América" presentaron, respectivamente, textos de carácter biográfico sobre personas que la Academia estimó cercanas a Bello y textos sobre presidentes de repúblicas americanas. La cuarta sección fue "Miscelánea", en la que apareció el poema "El soneto hablador" de Daniel Barros Grez (1834-1904); la traducción hecha por Rebeca Bello (-1923) del texto "Lady Raquel Russel", escrito por John Tillotson; y el artículo "Noticias sobre el calendario" de Diego Barros Arana (1830-1907). En el último apartado del libro, "Chile", se reunieron artículos sobre las letras y ciencias en Chile.

El libro integró otros dos textos en las últimas páginas, "A la memoria de don Andrés Bello", poema de Eduardo de la Barra (1839-1900), y "El Monumento", escrito en el que se informó acerca del estado de avance del proyecto de construcción de la estatua y su presupuesto.

Entre abril y mayo de 1875, aparecieron dos artículos que criticaron negativamente el libro, escritos por Guillermo Herrera y Rómulo Mandiola (1848-1881). Estos textos se publicaron en La Estrella de Chile (1867-1879), medio literario, religioso y político, en el que colaboraban intelectuales pertenecientes al Partido Conservador. La aparición de estos textos en el semanario fue una de las primeras menciones que se hizo de la Academia de Bellas Letras, pues si bien la agrupación era conocida entre los intelectuales de la época, en La Estrella de Chile no se hacía publicidad de sus sesiones e iniciativas, como sí ocurría en medios como la Revista de Santiago (1872-1873) y Sud-América (1873-1874).

Ambos artículos coincidieron en comentar su decepción con la lectura del volumen, aludiendo a la forma de tratar los contenidos y a la elección de estos (Herrera, Guillermo. "Suscrición de la Academia de Bellas Letras a la estatua de Don Andrés Bello". La Estrella de Chile. Número 393, 18 de abril de 1875, p. 79).

Por ejemplo, respecto del modo de abordar los contenidos, se criticó el texto sobre la Gramática de Bello escrito por Sandalio Letelier -que en ese momento era profesor de Gramática del Instituto Nacional-, por considerarlo como un análisis somero de "esta obra monumental, repitiendo con más o menos acierto lo que ya sobre ella han dicho otros" (Herrera, p. 79-80). Además, fue cuestionado su uso de la gramática. Este comentario se extendió a varios de los colaboradores del libro, "escritores incorrectos, mal avenidos con la gramática, una protesta viva contra lo que durante su laboriosa vida enseñó de palabra o en la prensa el gran maestro" (Mandiola, Rómulo. "La feria de las vanidades (crítica bibliográfica)". La Estrella de Chile. Número 394, 25 de abril de 1875, p. 108).

Respecto a los contenidos del volumen, se cuestionó la falta de comentario a las obras intelectuales de Bello, como fue el caso de algún capítulo sobre el Código Civil, y también se criticó la inclusión de ciertos textos, pues se acusaba que el libro, antes que dar a conocer a Bello y sus obras, tenía otros fines. En relación con la elección de los textos, se cuestionó: "¿Qué significa allí un artículo sobre el calendario, por más que ese artículo lleve la firma de don Diego Barros Arana al pie? ¿Qué significan ese estudio sobre la América en 1873, esas biografías de Pérez, García Moreno, Lerdo de Tejada, etc., ese estudio sobre el gobierno político de Chile, sobre la fauna y la flora de Chile, etc., etc.?". Mandiola indicó ante estos cuestionamientos que "por lo que a mí toca, paréceme que la Academia, resuelta y comprometida como estaba a publicar un libro, escasa por otra parte de cooperadores, echó mano de lo poco que se le presentaba, consiguiendo formar un conjunto indigesto de manjares fiambres, una especie de olla podrida que no satisfará por cierto ni a los paladares menos delicados" (Mandiola, p. 105-107).

En línea con la elección de los textos del volumen, se indicó que el libro era una obra de "propaganda política" y "obra de partido", en la cual "la parte literaria desaparece casi completamente para dar lugar a bosquejos biográficos o cosa así, a caricaturas con pretensiones de retratos que son como un bostezo de mal comprimidas odiosidades". Así, respecto, por ejemplo, a la sección en la que aparecieron textos biográficos de presidentes americanos indicó que había "allí un buen número de páginas consagradas a hacer la apoteosis de hombres públicos" que en nada se relacionaban con la estatua de Andrés Bello (Mandiola, p. 106).

El monumento a Bello, se inauguró, finalmente, el 27 de noviembre de 1881, en el contexto del centenario del natalicio del intelectual (Rosales, Justo Abel. Bibliografía del literato D. Miguel Luis Amunátegui. Santiago de Chile: Imprenta de la Libertad Electoral, 1888, p. 22). Este fue realizado por el escultor chileno Nicanor Plaza (1844-1918) y se ubicó inicialmente en los jardines del edificio del ex Congreso Nacional en Santiago. Con posterioridad, fue trasladado a la Casa Central de la Universidad de Chile (Bocaz, Luis. Andrés Bello: una biografía cultural. Santafé de Bogotá: Convenio Andrés Bello, 2000, p. 205).