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Tradición oral

El pueblo rapanui desarrolló, desde hace siglos, un conjunto de mitos y leyendas que explicaban su origen e historia, los que fueron transmitidos de generación en generación. En alguna fecha aún no determinada, comenzaron a registrar los mitos y fórmulas rituales en tablillas de madera, a través de un sistema de signos jeroglíficos llamado Rongo-Rongo. Esta escritura contaba con 150 elementos básicos que formaban alrededor de 1.500 a 2.000 composiciones diferentes. Los signos, marcadamente convencionales, no formaban una gramática en el estricto sentido de la palabra sino ideogramas con múltiples significados, expresados de manera telegráfica. En este sentido, eran un verdadero puzzle sólo comprensible para los iniciados en el conocimiento de las claves, los "tangata maori rongo rongo", sacerdotes relacionados con la alta aristocracia. La desaparición de los sabios, a mediados del siglo XIX y como consecuencia de las expediciones esclavistas que diezmaron la población, hizo imposible cualquier intento por descifrar este peculiar sistema de escritura. De acuerdo a los estudios más recientes sobre el tema, las tablillas Rongo-Rongo registraban básicamente motivos religiosos de carácter atemporal y prácticas rituales, desde oraciones hasta sacrificios humanos y canibalismo. El registro histórico era llevado a través de un segundo sistema de escritura llamado Ta'u.

Durante la primera mitad del siglo XX, los misioneros católicos reunieron una gran cantidad de material etnográfico y literario, en especial tras la llegada del sacerdote capuchino Sebastián Englert, quien permaneció por más de cuatro décadas en la isla.