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Nueva novela histórica

La nueva novela histórica comenzó a predominar en Latinoamérica desde 1979, fecha en que renació el interés por ficcionalizar el discurso histórico. Según Eddie Morales Piña, esto se debió a que se suscitó "en los escritores de Hispanoamérica una especial afición por imaginar la Historia con el propósito de problematizar el discurso oficial con la finalidad de recusarlo, por un afán de suplir sus carencias a través de un discurso alternativo, muchas veces transgresor y reconstructivo, que asume distintas modalidades y diversas orientaciones estructurales básicas" ("Brevísima relación de la nueva novela histórica en Chile", Notas Históricas y Geográficas, (12): 177-190, 2001).

El iniciador de esta nueva corriente fue el cubano Alejo Carpentier, al publicar El siglo de las luces en 1962.

En el libro La nueva novela histórica de la América Latina (1993), Menton Seymour, considera para la novela histórica las siguientes características:

1. La subordinación, en distintos grados, de la reproducción mimética de cierto periodo histórico a la representación de algunas ideas filosóficas

2. La distorsión consciente de la historia mediante omisiones, exageraciones y anacronismos

3. La ficcionalización de personajes históricos

4. La metaficción o comentarios del narrador sobre el proceso de creación

5. La intertextualidad

6. Los conceptos bajtinianos de dialogismo, carnaval, la parodia y la heteroglosia

7. Mayor variedad respecto a la novela histórica tradicional