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Empresarios teatrales

Los dueños de salas de teatro/cine provenían de diversos sectores. Algunos eran simplemente dueños del bien raíz, otros industriales, pero la mayoría estaba ligado al gremio de la entretención, habiendo hecho sus primeras armas como empresarios teatrales y revisteriles. El negocio cinematográfico resultaba muy atractivo: el exhibidor se llevaba aproximadamente el 60% de cada recaudación. Es por ello que muchas distribuidoras y productoras buscaban tener participación en el negocio exhibidor y fue así como los grandes estudios de Estados Unidos tuvieron también grandes cadenas de cines a lo largo y ancho de todo el mundo.

Había compañías nacionales que poseían un solo teatro o varios. Uno de los exhibidores nacionales más destacados de las primeras décadas del siglo XX fue Aurelio Valenzuela Basterrica. Este empresario teatral fundó una sociedad que sería dueña de populares teatros capitalinos de las décadas de 1920 y 1930. Inauguró su primera sala en 1914, el Teatro Septiembre. Fue propietario además de los teatros Brasil, Esmeralda, O'Higgins, Carrera y Chacabuco, además de ser arrendatario del Cisterna y el Politeama. Se estima que cuando comenzó tenía un capital inicial de cien mil pesos, aumentando en la década de 1920 a cerca de cinco millones. Otra empresa de gran tamaño fue la Sociedad Betteo y Martínez, propietaria de los teatros Coliseo, Nacional y Novedades.