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Los jueces y los reyes (1983)

La Compañía Escuela Teatro Q montó la obra Los jueces y los reyes por primera vez el 30 de septiembre de 1983 en la sala de teatro Obispo Enrique Alvear, ubicada frente a la basílica de Lourdes en la comuna de Quinta Normal. El 24 de marzo de 1984 se realizó un segundo montaje de la obra en la misma sala.

Los jueces y los reyes surgió de la adaptación del cuento homónimo escrito por el padre Esteban Gumucio que fue publicado originalmente en la edición del mes de abril de 1983 de la revista Mensaje. Según María Cánepa (1921-2006), esta obra fue "el resultado de un trabajo sostenido, no de una experiencia aislada. Uno de los jóvenes del grupo trajo un cuento de Esteban Gumucio (…) para un ejercicio. El montaje fue resultando y decidimos estrenarlo. Creo que prendió muy bien porque su tema es el de la justicia, un poco hecho a la manera de parábola. En los dos meses que estuvo en cartelera y los recorridos que hicimos por algunas comunidades, arrojó un total de espectadores de más de 5.000 personas, que no es una cifra despreciable. Ahora, en marzo, nuevamente la presentaremos, pero allá, en la Parroquia de Lourdes; no nos interesa montarla en alguna sala céntrica porque perdería el sentido" (Piña, Juan Andrés. "En busca de un teatro distinto". APSI, número 139, del 20 de marzo al 2 de abril de 1984, p. 35).

El cuento de Gumucio estuvo inspirado en la acción del juez Carlos Cerda, quien -en el caso conocido como de "los trece" o de "Cuesta Barriga"- "tuvo la valentía de hacer justicia a favor de una víctima de la CNI. Los fundamentos de su sentencia eran simplemente la verdad, que otros muchos jueces callaron durante años" (Gumucio, Esteban en Foxley, Ana María. "Remezón y esperanza". Hoy. 9 al 15 de noviembre de 1983, p. 45).

Bajo la dirección de Juan Cuevas (1952), el montaje fue bien recibido por la prensa del tiempo. En la revista La Bicicleta, Eduardo Yentzen escribió de Los jueces y los reyes haciendo énfasis en las particularidades de la puesta en escena: "Es un trabajo de teatro popular, en el que los actores, más que a personas individuales, representan a sectores y grupos sociales. Con escasos recursos encuentran eficaces soluciones plásticas y coreográficas, incluidas cumbias y shows de televisión para el satélite" (Yentzen, Eduardo. "Aquí puro teatro". La Bicicleta. Número 46, 19 de abril de 1984, p. 39). En revista Cosas, por otro lado, se destacó la intención crítica del montaje que, "a la manera del teatro brechtiano", "está lleno de hallazgos imaginativos para sacar partido de recursos modestos. Esto es teatro vocacional, pero los 25 actores y músicos aficionados logran que se olviden sus limitaciones con su enorme entusiasmo por hacer bien las cosas" ("Los jueces y los reyes". Cosas. Número 186, 17 de noviembre de 1983).