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Concón y Placilla

Luego de la rebelión de la Escuadra el 11 de febrero de 1891, siguieron combates entre las baterías apostadas en el puerto de Valparaíso y los barcos controlados por el Congreso Nacional, que fijaron rumbo al norte del país y ocuparon militarmente las provincias salitreras de Tarapacá y Antofagasta. Con el respaldo financiero de los grandes capitalistas del salitre y reclutando a obreros de las oficinas salitreras, la Escuadra se preparó a invadir la zona central.

A mediados de agosto las tropas del Congreso llegaron a la desembocadura del río Aconcagua, cerca de Concón, con la intención de avanzar hacia Valparaíso y luego entrar en Santiago. Tras el río esperaba el ejército balmacedista, que fue derrotado por las tropas opositoras. Dos días después, las tropas leales al presidente Balmaceda fueron derrotadas por segunda vez en Placilla, en un sangriento combate que dejó miles de muertos, incluidos los dos generales del ejército balmacedista, Orosimbo Barbosa y José Miguel Alcérreca, cuyos cadáveres fueron vejados y expuestos a la multitud.

La batalla de Placilla selló el triunfo del bando del Congreso, que al día siguiente ocupó Valparaíso y el 31 de agosto hizo su entrada a Santiago en medio de violentos disturbios y saqueos a casa de balmacedistas.

Se presentan a continuación dos textos que representan visiones contrapuestas del conflicto: el relato que Ismael Valdés Vergara -secretario de la Escuadra y uno de los jefes del bando opositor- hace de los últimos meses de la Guerra Civil, y las memorias de Víctor José Arellano, quien fuera soldado del bando balmacedista durante las batallas de Concón y Placilla.