La gestación de la Escuela de Artes Aplicadas estuvo alentada por la voluntad de "llevar hasta la vida diaria de nuestro pueblo la idea estética que contribuirá a refinar su sensibilidad" y de "ser la piedra angular en que han de cimentarse numerosas industrias, que, faltas de una base técnica y artística suficiente, no habían logrado hasta el día de hoy desarrollar sus posibilidades". (E.G.O. "La reforma en la Escuela de Bellas Artes". Revista de Arte. Año 1. N°1. 1928). Hacia 1931, su plan de estudios estaba dividido entre Artes del Fuego, Artes de los Metales, Artes Textiles y Artes Gráficas. En 1934, se integró el Taller de Artes de la Madera. Además de los cursos diurnos, la Escuela de Artes Aplicadas contaba con un programa de cursos nocturnos que, una vez cumplidos los tres años, permitían obtener el Certificado de Artesanía en distintas especialidades. Entre los cursos nocturnos que se dictaban se encontraban especialidades como cerámica, vitral, esmalte sobre metales, grabado, encuadernación, tejido al telar, afiche y ebanistería.