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Ciencia y espiritismo

Durante fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, uno de los argumentos que utilizaron tanto defensores como opositores del espiritismo se fundó en la "veracidad científica" de los fenómenos asociados a la práctica espiritista. En esa época, caracterizada por los procesos de modernización y secularización, la ciencia era considerada como un discurso válido que "reclamaba de toda creencia la certeza epistemológica derivada de la prueba empírica" ("El culto puertas adentro. El espiritismo en Chile". Historia de la vida privada en Chile, volumen 2, p. 169).

Por un lado, los espiritistas recurrieron a la ciencia para defender la autenticidad de los fenómenos que se producían durante las sesiones encabezadas por los médiums, las que fueron consideradas como experimentos científicos. Según el historiador Manuel Vicuña, al acudir a bases científicas los seguidores de esta doctrina "propusieron una religión ajustada a los requerimientos del mundo moderno" ("El culto puertas adentro. El espiritismo en Chile". Historia de la vida privada en Chile, volumen 2, p. 169).

Para los espiritistas, mediante el método científico, la observación y la experimentación podían resolverse problemas como la existencia y la inmortalidad del alma. De acuerdo al espiritista chileno José Ramón Ballesteros, las apariciones de personas muertas podían ser comprobadas científicamente. Además, Ballesteros consideraba que las fotografías de otros países que reprodujeron apariciones funcionaron como testimonio de la objetividad de los fenómenos ("Apariciones de muertos comprobadas científicamente". La Voz de los Muertos, n° 9, 1908).

Los espiritistas chilenos también se mantuvieron informados de los experimentos hechos en otros lugares del mundo, los que circularon en el país a través de las revistas espiritistas. Uno de ellos fue relatado en 1922 por La Revista Psíquica en un artículo titulado "Las sorpresas del espiritismo", donde se narró un experimento realizado por profesores de la universidad La Sorbonne en Francia. En este, a través de la intervención de una médium, una forma humana sólida se habría materializado ante las personas que se encontraban allí (n° 25, 25 de septiembre de 1922, p. 206).

Por otro lado, entre quienes cuestionaron la consideración de esta doctrina como una ciencia experimental se encontraba Eulojio Carrasco, quien en 1875 publicó dos artículos sobre el espiritismo en la Revista Chilena. Para el autor, a diferencia de lo que ocurría en las ciencias naturales, los fenómenos espiritistas dependían de condiciones subjetivas y cambiantes, tales como el carácter de los espíritus, las motivaciones por las cuales se evocaba a las almas y que estas fueran hechas en nombre de Dios. Por ello, para Carrasco las sesiones espiritistas se parecían más a una ceremonia religiosa que a un experimento científico y afirmó que "no hay fenómeno alguno en todas las otras ciencias que necesite de tales condiciones para verificarse" ("El espiritismo: artículo primero". Revista Chilena, tomo I, p. 239).

Décadas más tarde, Tomás Ríos, director de La Revista Psíquica, señaló que las comunicaciones con espíritus llevadas a cabo en reuniones familiares o de amigos no cabían "en el marco de la investigación científica seria" y que pese a que el espiritismo en esencia era verdadero, en la forma en que se presentaba en esa época no era "saludable ni conveniente" ("Espiritismo a la moderna", n° 2, junio de 1920, p. 36).