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Reminiscencias de un viejo editor

Reminiscencias de un viejo editor es el único libro de memorias escrito por el inmigrante español y destacado editor José Santos Tornero. En esta autobiografía, recuerda su inserción en la vida y cultura de Valparaíso luego de su llegada desde La Rioja, describe los sucesos históricos que atestiguó y pondera los alcances de su labor de editor, impresor y librero: "Se deducirá de mi relato que me ha cabido en suerte el poder ejercer alguna influencias en los progresos jenerales de Chile, mi patria adoptiva, y principalmente en el desarrollo y progreso del periodismo serio y útil, así como en las nobles industrias de la imprenta y la librería, mediante mi pronunciada atracción que aquel y éstas han ejercido sobre mí" ("Proemio", p. V), explica Tornero en la introducción del libro, fechada en Santiago de Chile, en enero de 1889.

El relato se inicia con la descripción de su infancia en el pequeño pueblo de Lutia, ubicado en la provincia de Logroño, España, y sigue con sus años de residencia en Sevilla, en casa de la familia de Rafael Chacón. La muerte de este motiva su decisión de embarcarse a Sudamérica, viaje que Tornero relata someramente hasta su llegada a Valparaíso, el 26 de diciembre de 1834, a los 26 años de edad.

Ya instalado en Chile, Tornero se muestra como un agudo observador del ambiente social y cultural de la época. Los 26 capítulos del libro reservan pasajes para describir la situación urbana de Santiago y Valparaíso, el panorama de sus compañías teatrales, y el proceso de adopción de la reforma ortográfica de 1844. El autor narra hechos históricos que observó de cerca, como los motines revolucionarios en Quillota (1837) y Valparaíso (1859); así como sus impresiones sobre la batalla de Loncomilla (1851) y la llegada de Manuel Montt a la presidencia. Además, narra el incendio del 15 de marzo de 1843 en Valparaíso (en el que perdió la imprenta de El Mercurio y su propia casa): "La mayor parte de los muebles de mi casa habitación fueron devorados por el fuego y de los pocos que se pudieron sacar, los unos resultaron mui deteriorados y aun destruidos, y muchos fueron robados, especialmente los objetos de poco volumen. De la imprenta, mui poco se pudo salvar" (p. 92).

Como propietario del diario y la imprenta de El Mercurio, Tornero relata con gracia los problemas que desde allí enfrentó con sus empleados, ministros de gobierno y con la justicia, debido a los entonces llamados "juicios de imprenta", que hacían responsable legal al impresor del diario de todo lo que allí se imprimiese. Uno de estos juicios -impulsado por la publicación en el diario de una deuda que ofendió al supuesto deudor- llevó a Tornero a la cárcel por quince días, en octubre de 1847. Este tipo de experiencias lo impulsaron a elaborar un protocolo de las funciones y responsabilidades que implica la edición y redacción de un diario, pauta que figura en el capítulo 11 del libro.

Más adelante, hace gala de su independencia partidista, cuando describe que "El Mercurio, que no tiene otra bandera que la tricolor de la República, que no es diario faccionario, sino de la nación chilena, debe ser independiente y lo será bajo mi dirección. Sin arrastrarse ante el poder ni atacarlo ciegamente, dará paso a la verdad, sosteniendo en toda circunstancia la convivencia jeneral, la justicia y el derecho" (p. 168).